Michel Odent es un obstetra francés, bien conocido por introducir en los hospitales públicos el parto en el agua, y fundador del Centro de Salud Primal en Londres. Autor de varios libros imprescindibles, reproducimos en esta ocasión este pequeño fragmento:
Fragmento de El bebé es un mamífero, de Michel Odent. Editorial Ob Stare, 2da. edición revisada y ampliada, 2007.
"(...) Así pues, la madre que alimenta a su bebé se encuentra en un equilibrio hormonal especial, es decir, bajo los efectos de la prolactina, la hormona indispensable para que el pecho segregue leche. Pero además de activar la glándula mamaria, esta hormona produce también otros efectos: es la hormona que empuja a los animales a construir sus nidos y es también la que provoca comportamientos de defensa en las hembras lactantes. (...) Cuando una mujer amamanta, todos los efectos de la "hormona del amor" se dirigen hacia el bebé, que se convierte en el objeto de su amor. La subordinación hace que esté totalmente disponible frente a cualquier demanda del bebé. En cuanto a la ansiedad, le da la capacidad de estar mucho más pendiente de él y por ello cuando duerme no lo hace con un sueño muy profundo.
Puesto que los niveles hormonales medios de la población contribuyen a modelar las características de un medio cultural determinado, podríamos preguntarnos cuál es, pues, la característica de nuestra cultura occidental. Nuestra sociedad se caracteriza por un muy bajo número de hijos por mujer, a menudo inferior a dos y por la corta duración de la lactancia, de sólo algunos meses. En el resto de las sociedades humanas conocidas, la duración media de la lactancia se puede contar por años. Dicho en otras palabras, la mujer occidental está impregnada de prolactina sólo durante una etapa ínfima de su vida; en otras culturas, le afecta durante la mayor parte de su edad adulta. Lo podríamos resumir diciendo que nuestra sociedad se caracteriza por la escasez de prolactina.
Y es imposible imaginar que no esto no se manifieste en el comportamiento colectivo. Incluso podría tratarse de una vía de investigación para conocernos mejor a nosotros mismos.Puesto que sabemos cuáles son los efectos de la prolactina sobre el comportamiento, no podemos evitar la tentación de formular una pregunta inocente: ¿qué características tendrá, a priori, una sociedad en la que la prolactina escasea? Es fácil imaginar que, en una sociedad de este tipo, no va a ser una prioridad satisfacer las necesidades de los bebés. En una sociedad en la que la hormona de la nidificación está casi ausente, lo lógico es esperar que se niegue la necesidad de intimidad de la mujer que da a luz y de su recién nacido. (...) Podemos esperar también una falta de subordinación a las leyes de la naturaleza, una falta de prudencia en relación a los fenómenos naturales, como si jugáramos con fuego. Aquí el prototipo de cerebro masculino no tiene ninguna contrapartida. Recordemos que en una sociedad de simios, el individuo con el nivel de prolactina más bajo es el macho dominante."
Fragmento de El bebé es un mamífero, de Michel Odent. Editorial Ob Stare, 2da. edición revisada y ampliada, 2007.
"(...) Así pues, la madre que alimenta a su bebé se encuentra en un equilibrio hormonal especial, es decir, bajo los efectos de la prolactina, la hormona indispensable para que el pecho segregue leche. Pero además de activar la glándula mamaria, esta hormona produce también otros efectos: es la hormona que empuja a los animales a construir sus nidos y es también la que provoca comportamientos de defensa en las hembras lactantes. (...) Cuando una mujer amamanta, todos los efectos de la "hormona del amor" se dirigen hacia el bebé, que se convierte en el objeto de su amor. La subordinación hace que esté totalmente disponible frente a cualquier demanda del bebé. En cuanto a la ansiedad, le da la capacidad de estar mucho más pendiente de él y por ello cuando duerme no lo hace con un sueño muy profundo.
Puesto que los niveles hormonales medios de la población contribuyen a modelar las características de un medio cultural determinado, podríamos preguntarnos cuál es, pues, la característica de nuestra cultura occidental. Nuestra sociedad se caracteriza por un muy bajo número de hijos por mujer, a menudo inferior a dos y por la corta duración de la lactancia, de sólo algunos meses. En el resto de las sociedades humanas conocidas, la duración media de la lactancia se puede contar por años. Dicho en otras palabras, la mujer occidental está impregnada de prolactina sólo durante una etapa ínfima de su vida; en otras culturas, le afecta durante la mayor parte de su edad adulta. Lo podríamos resumir diciendo que nuestra sociedad se caracteriza por la escasez de prolactina.
Y es imposible imaginar que no esto no se manifieste en el comportamiento colectivo. Incluso podría tratarse de una vía de investigación para conocernos mejor a nosotros mismos.Puesto que sabemos cuáles son los efectos de la prolactina sobre el comportamiento, no podemos evitar la tentación de formular una pregunta inocente: ¿qué características tendrá, a priori, una sociedad en la que la prolactina escasea? Es fácil imaginar que, en una sociedad de este tipo, no va a ser una prioridad satisfacer las necesidades de los bebés. En una sociedad en la que la hormona de la nidificación está casi ausente, lo lógico es esperar que se niegue la necesidad de intimidad de la mujer que da a luz y de su recién nacido. (...) Podemos esperar también una falta de subordinación a las leyes de la naturaleza, una falta de prudencia en relación a los fenómenos naturales, como si jugáramos con fuego. Aquí el prototipo de cerebro masculino no tiene ninguna contrapartida. Recordemos que en una sociedad de simios, el individuo con el nivel de prolactina más bajo es el macho dominante."
¡qué fuerte! sin duda alguna vivimos en una sociedad con niveles de prolactina muuuy bajos, la última frase me parece impactante. Vivimo en una sociedad violenta con los bebés
ResponderEliminarNo he leído nada de Michel Odent pero estoy deseando hacerlo.
me gusta lo poquito que he visto de tu blog, a ver si tengo otro ratito para leertee, me encanta el texto de presentación
un beso
marta
Ufff pues si eso es lo que provoca la prolactina (najo deseo sexual, centrarse más en el bebé y "olvidarse" de los demás y de una misma, sumisión a la criatura y a los "dominantes" quedando nosotras como el último mono, ansiedad(donde yo ya tengo problemas), problemas para dormir, etc), la verdad me alegro de haber amamantado solo 8 meses a las peques, y de haberme librado d esa hormona. ¡Con lo feliz q soy ahora cuando juego con las peques, o estoy con mi marido, o voy al trabajo, o salgo con mis amistades, etc! Un beso
ResponderEliminarCelia
Un comentario, yo di a mis dos hijos lactancia durante un año. Actualmente el niño tiene 10 y la niña 4 años. Tengo prolactina elevada sé bastante sobre el tema, tomo dostinex para nivelar el nivel. Mi pregunta es la siguiente existirá alguna condición psicológica (aparte del strees en si) por lo que se ocasiona tener prolactina alta.
ResponderEliminarSegún el autor que se plantea en este blog, podrá ser que el exceso de este nivel (normal 5 a 20) que yo tengo 120 sea por exceso de cuidado a los hijos.
Yo soy mamá-papá de los niños estamos solos los 3. Pienso que los cuido y este gran compromiso-amor ha desatado esta irregularidad hormonal. Que opina el foro al respecto?
DESDE YA MUCHAS GRACIAS
Hola Sandra. Creo que exceso de cuidado no existe con respecto a tu familia, sobre todo teniendo en cuenta que sois monoparentales. En todo caso, habrá un defecto de autocuidados, y sinceramente yo soy de las que piensa que una cosa no es contraria a la otra. Cuidar de hijos totalmente volcada en ello no significa olvidarse de una para siempre, sacrificarse como una mártir ni nada parecido. Me parece un cliché de corriente antimaternalismo. Seguro que lo estás haciendo genial y sólo necesitas algo más de tiempo para ti. Lo de la prolactina no creo que tenga que ver ya con tus hijos, a no ser que lleves 10 años amamantando y 4 de ellos en tándem, y ni aún asi creo que después de tanto tiempo debiera haber tanta subida! Un saludo.
Eliminar