16 de julio de 2009

Es de madrugada...

Es de madrugada…Mi hija de veinte meses duerme en nuestra cama, entre mamá y papá, el mejor lugar del mundo para ella, donde se siente arropada y segura…

Despierta una vez…no llora, remolonea, se incorpora, busca a tientas el cuerpo de mamá, tira de mi bata, encuentra el pecho, succiona un poco de leche calentita, lo suelta y pone por un momento la cabeza sobre mi vientre… vuelve a dormirse rápidamente, profunda, satisfecha… no sé si lo he vivido o si ha sido el sueño más maravilloso posible…

A las 6 de la mañana, papi se levanta a trabajar, generoso sale a hurtadillas, a vestirse a la otra habitación, la “de la niña”, la que está preparada para cuando ella lo desee, cuando la necesite. Media hora más tarde, me levanto con cuidado… la niña sigue profundamente dormida. Me aseo, me visto… ya son casi las siete y debo despertarla. Me duele. Me recuesto a su lado, comienzo a recorrerla con besos delicados, enciendo una luz tenue… va despertando, lloriquea un poco, dice “no, no, no”, no quiere levantarse… se me oprime el corazón… busca de nuevo mi pecho, se prende y chupa ahora a borbotones, desayuno listo, tibio, dispuesto… Poco a poco va despertando. ¿Cantamos una canción? Y tarareamos (con música de “vamos de paseo, en un coche feo”): vamos a la escuela, sí, sí, síiiii!!!! Ya ríe, jugamos a cambiar el pañal, a perder la mano entre la manga de la camisa, a elegir zapatos, a echarnos colonia… Cogemos una galleta de avena con chocolate para irla comiendo por el camino. Salimos en el coche, cantando a toda voz las canciones de Miliki, para espantar los fantasmas.

Llegamos a la guarde. Corremos juntas, ella en mis brazos, hasta la puerta. Se detiene en la pared de la entrada. Está dibujada el hada de la primavera: “la niña” dice. “Los pies”, “las manos”, “los ojos” y va señalando cada una de las partes del cuerpo de “la niña”… “las flores”, “amarillo”, “rojo”, “azul”, en su media lengua musical.

Hay otra madre esperando que abran la puerta de más adentro, con su hija, Sarah. La educadora que nos recibe hoy no es la misma de siempre. Por un momento, temo que se disguste porque no se queda con su cuidadora de todos los días. Pero no, saluda contenta y le da un beso. La educadora sustituta está rígida, temerosa también ella de que los niños reaccionen mal al encontrarse con alguien que no es habitual.

Le pide a Margarita que le dé la mano a Sarah, y que entren juntas. Margarita ofrece su mano. Sarah no. Margarita insiste ofreciendo sus deditos que se mueven buscando la tocar a la otra niña. Sarah se repliega hacia atrás. Por un momento algo me hinca en el pecho y contengo la respiración. Me duele que la otra niña rechace la mano de mi hija. Pero enseguida me doy cuenta de que es Sarah la que lo está pasando mal, y los hechos confirman mi intuición: la niña se sienta en el suelo y comienza a llorar.

La madre de Sarah sale huyendo. Huyo detrás de ella. Al salir al pasillo, suspira fuerte, un suspiro profundo que conozco muy bien. Suspiro yo también, expulso la respiración contenida un minuto atrás. Ella se inventa una excusa, buscando que yo no vaya a sentirme mal: “Sarah es muy arisca, es así con todos los niños”. Yo invento otra excusa: “No, es que se afecta porque es otra educadora, es normal”. Es cierto, confirma. Forzamos una sonrisa. Nos subimos rápidamente cada una a nuestros respectivos coches. Llego tarde al trabajo.

6 comentarios:

  1. Hola Ileana,
    Muy bonito y tierno escrito.
    Me trae recuerdos de mas de 20 años atras, cuando mi niña era chiquita, hoy ya es toda una mujer de 26 años, profesional y casada, pero siempre sera mi niña.
    Dime, esa colonia de que hablas, es Agua de Violetas ;)?
    Mi hija y yo aun la usamos =)
    Bendiciones para tu niña.
    Saludos!

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  2. Pues sí, Marilyn, uso el agua de violetas!!! Aunque las que encuentro por aquí, con mucho esfuerzo -no se ven- tampoco huelen al agua de violetas infantil que nos gusta.
    Así que tiro de algún amigo que vaya por Miami y me traiga algún frasquito, jejeje...
    Muchas gracias por tus bendiciones.
    Igualmente!!!

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  3. Ya lo leí cuando lo escribiste en el foro, me hiciste llorar cariño. Y ahora has vuelto a hacerlo.
    Besotes.
    Laura, mami de Candela

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  4. Guauu, que belleza de momento, seguramente fue una mañana preciosa, aunque llegaras tarde. Gracias por compartirlo, mientras lo leía no pude evitar emocionarme como si de un cuento se tratara, siempre me veo reflejada en ellos, solo en los que me gustan, aquellos que desbordan ternura.
    Aytana

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  5. Eres maravillosa, en todos los sentidos, me encanta como escribes y la ternura que fluye de tus palabras.
    El leerte hace que cada vez este más segura de que lo estoy haciendo bien dandole el pecho a Pilar, espero poder trasmitirle el mismo amor y cariño que brota en todos tus textos. Besos Fátima

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  6. La música en el coche puede convertirse en una aventura compartida. Esos momentos cantando juntos no solo llenan de alegría el viaje, sino que también crean recuerdos entrañables para toda la vida.

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