27 de agosto de 2009

Abandonar el enfoque adultocéntrico

Imagen: Quino

Por Ileana Medina Hernández

Hasta ahora, la inmensa mayoría de la tradición escrita sobre pedagogía, educación infantil y crianza, se ha hecho desde lo que podemos llamar un "enfoque adultocéntrico", desde el punto de vista del ser humano adulto, donde cabe cualquier postura, si se considera que los padres o adultos somos "libres" para educar y enseñar como queramos.

Desde el punto de vista jurídico, la libertad de enseñanza y educación -pocos hablan de crianza, que tendría un matiz más apropiado para describir la relación del bebé y del niño en los primeros años de vida con sus padres- es un derecho fundamental de los más incuestionables en toda la tradición constitucionalista de las democracias occidentales.

También las teorías patriarcales, las teorías feministas de la igualdad, las teorías feministas de la diferencia, las llamadas teorías queer y contra-sexuales que han evidenciado el innegable gran papel de la cultura en la construcción del género sexual (incluso en sus propuestas más radicales de negar toda diferencia biológica, como la de afirmar que "no somos más que trabajadores del ano")... toda la gama de formas de interpretación de la sexualidad humana son posibles y legítimas a mi entender (con los únicos límites de las relaciones de poder y éticas inherentes a cada uno de los modelos), siempre y cuando hablamos de seres adultos o maduros que defienden su derecho a vivir su sexualidad y su vida total del modo que estimen conveniente.

Desde el punto de vista de la libertad individual del adulto progenitor, tres problemáticas atraviesan de lleno cualquier análisis serio que quiera hacerse del mundo de la educación paternal y la crianza:

  • las formas de asumir la sexualidad (sin sexualidad no hay reproducción; y el embarazo, el parto, la lactancia y el puerperio forman parte del ciclo sexual femenino). Madre o padre puede ser cualquiera y de muchos modos, pero hay que tener en cuenta el nexo afectivo y corporal que el bebé mamífero necesita durante los primeros años con un adulto de referencia, preferiblemente con la persona que lo ha gestado.
  • las relaciones de poder entre padres e hijos (la cuestión de los "límites", el autoritarismo, la asertividad, las normas, la violencia, el apego, etc... sigue siendo el vértice central de toda teoría pedagógica).
  • y la dinámica entre el tiempo familiar y el tiempo dedicado al trabajo, entre la esfera privada y la pública, entre el mundo emocional y el laboral-productivo (lo que hoy hemos dado en llamar "conciliación laboral y familiar"). [La "conciliación" entendida como equilibrio, se viene mirando en dos sentidos diferentes: el derecho de los sujetos hasta ahora excluidos del mundo laboral (las mujeres) a incorporarse a él sin que los roles de la maternidad resulten una rémora (sentido hacia "afuera"); y el derecho de los trabajadores a dedicar parte de su tiempo al cuidado familiar (sentido hacia "dentro"). Todavía en muchas políticas sigue predominando el sentido hacia "afuera", y en ninguno de los dos enfoques se le está dando la importancia que merece al derecho y necesidad de los niños de permanecer mayor tiempo al cuidado de sus padres].

Las tres problemáticas han sufrido un huracán de transformaciones en el siglo XX que todavía no ha hecho sino comenzar, venidas de la ampliación del espectro del respeto a las diferencias individuales, del reconocimiento y la incorporación progresiva al mundo público y socio-laboral de todos los seres humanos diferentes del macho-blanco-rico-heterosexual-europeo-cristiano. Entiendo que son demasiados "derechos" a la vez para echarlos a andar juntos en tan poco tramo de tiempo.

Particularmente la incorporación de la mujer al mundo laboral ha supuesto un revulsivo que hace imprescindible y urgente no solo revisar las políticas sociales relativas a la igualdad de género, sino también el cambio del sistema productivo-laboral en su conjunto de manera que se ajuste a las necesidades de las nuevas familias en que ambos miembros trabajan, pero necesitan seguir teniendo tiempo para el mundo privado, para el mundo de los afectos, para la educación y crianza de sus hijos.

Porque aunque en última instancia cualquier adulto es libre de renunciar cuanto pueda a la vida privada y afectiva en mor del trabajo (luego hay que ver si es humanamente posible), lo que sí es imposible concebir qué queda de la familia si no pensamos en los derechos de los niños a recibir tiempo y atención de ambos padres.

Si abandonamos el enfoque adultocéntrico (centrado únicamente en los derechos de ambos progenitores al trabajo, a la realización personal en el mundo público, al ocio, etc...), podemos detenernos en que, como muchos estudios que hemos citado en otros artículos demuestran, los bebés hasta los 2 años necesitan todo el contacto posible con su madre para la maduración normal de su sistema neurológico, y que los niños y adolescentes, hasta llegada la edad adulta, necesitan tiempo, compañía y comunicación con sus padres para la construcción sana y fuerte de su personalidad, su autoestima y su esqueleto emocional.

Hay una larga historia desde la época romana de reconocimiento de los derechos de los niños, que en el siglo XX se han visto oficializados por instituciones internacionales como la ONU y la UNICEF y recibido el respaldo constitucional y jurídico de muchos gobiernos, pero que también necesitan ser revisados y ampliados, incluyendo derechos como los que defiende la Plataforma Pro-derechos del Nacimiento, por ejemplo, y algunos más que atañen a la primera crianza, a los primeros años de vida.

Que si la realización personal de la madre, que si es respetable la opinión de cada cual, que si cada una es libre para criar a su hijo como quiera.... y eso todo es absolutamente cierto: en el mundo de los adultos. Pero si NOS PONEMOS EN EL LUGAR DEL NIÑO, del bebé, entonces tenemos que encarar unos cuantos asuntos:

1.-Un niño necesita AFECTO para construir su autoestima, e incluso, para terminar de construir su sistema neurológico.

2.- Numerosos estudios ya clásicos (la teoría de la "madre suave" de Harlow, la del "hospitalismo" de René Spitz, las teorías de la "resiliencia" de E. Werner y otros, la teoría sobre los orígenes de la violencia de Alice Miller, las teorías reichianas sobre el acorazamiento, etc...) y estudios contemporáneos de neurología y neonatología (el concepto de neuroplasticidad, los estudios del neonatólogo Nils Bergman, las aportaciones de Michel Odent sobre la salud primal, etc.) evidencian la importancia del AFECTO en la primera infancia para la construcción de una personalidad segura, con una autoestima sana, y la capacidad de empatía con los demás, de amar y ser amado.

3.- La ÚNICA MANERA EN QUE UN BEBÉ PUEDE PERCIBIR AFECTO ES SIENDO TOCADO. Tocado, abrazado, amamantado, acariciado, sostenido, mirado, llevado a upa, en contacto directo con su madre y con las personas que le rodean. Un bebé no puede saber que una cuna maravillosamente decorada es sinónimo de amor. El bebé no sabe nada de cunas, minicunas, habitaciones preciosas, colores de Agatha Ruiz de la Prada, cochecitos de Bebéconfort... Los bebés todos nacen iguales (todos nacemos iguales) y la única manera en que entendemos que nuestra madre nos quiere es teniéndola cerca: en contacto directo con su piel, con su olor, con su voz. Los bebés no tienen noción temporal ni espacial: cuando su madre se aleja, les parece que se aleja para siempre. Tampoco tienen conciencia de su "yo" separado: viven en estado de FUSIÓN permanente con su madre, hasta los dos años en que comienza la construcción de su ego individual.

4.- De ahí se desprende, que por lo menos hasta los 2 años, los bebés no deberían ser separados de su madre por mucho tiempo, y deben recibir la mayor cantidad posible de CONTACTO FÍSICO con su madre (también con una persona sustituta, pero principalmente la madre, de la que SU PSIQUIS NO SE HA SEPARADO CON EL PARTO).

5.- Los estudios sobre "salud primal" evidencian cada vez más la importancia de los estadíos primarios, el estadío intrauterino, el parto y los primeros años de vida en la FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD. Los bebés humanos nacen muy inmaduros, no se han acabado de formar, somos todos "prematuros", y es necesario la continuidad del cuerpo materno por varios años, y que la separación se produzca poco a poco y siempre a iniciativa del bebé.

6.- Los bebés no son "listos" ni nos hacen chantaje emocional por pedirnos que los tomemos en brazos. Los bebés PIDEN LO QUE NECESITAN. NECESITAN AFECTO, CORPORALIDAD, CALOR HUMANO, CONTACTO PIEL CON PIEL. Así de simple, y así de barato. Todo esto está cada vez más demostrado por la ciencia, y parece además, de enorme sentido común.

Desde el punto de vista adultocéntrico, es posible escribir cosas como las que la bienintencionada Dra. Inmaculada Gilaberte, ha escrito en su reciente libro Equilibristas. Entre la maternidad y la profesión (Alienta Editorial, 2009), donde escribe en una carta a su imaginaria hija bebé:


"...por eso hoy he tomado una gran decisión: de forma transitoria pero frecuente te voy a dejar en manos ajenas, no sólo para irme a trabajar, sino también para cumplir mis grandes deseos y mis pequeños caprichos.
Porque en esta tarde de compras, además de disfrutar de unas horas de alegre asueto, me he percatado de que, más allá de esta piscina donde te enseño a dar tus primeros pasos, tienes que aprender de mí a vivir libre de las cadenas del afecto. "


Esta frase sacada de contexto es horripilante en sí misma, y no sería justo que criticáramos el libro de la Dra. Gilaberte (psiquiatra y especialista en "farmacología de la depresión") solo a partir de ella.

El análisis que hace sobre cómo las mujeres hemos aprendido a sentirnos bien "dando afecto a otros" y olvidándonos de nosotras mismas, puede tener sentido cuando se refiere a otros adultos, pero no cuando se refiere a un bebé de pocos meses.

En realidad, creo que Gilaberte -y ese es el objetivo principal por el que ha escrito su libro, y es de agradecer- se ha dado perfecta cuenta de que el mundo laboral tiene que cambiar para no penalizar por la maternidad el camino profesional de las mujeres y para aprovechar el inmenso potencial del cerebro multifuncional de las madres: "De forma lenta, pero firme, la cultura laboral debería convertirse en más humana para tener en cuenta esta situación tan habitual de las familias. Aunque para ello tenga que romper con los clásicos hábitos tan caducos que perduran en nuestras empresas. Espero que esto que te cuento hoy te parezca prehistórico cuando tú te encuentres en mi situación. Ésa será la señal de que la sociedad ha evolucionado en la dirección adecuada para todos", dice certeramente.

Pero en lo que no llega a profundizar suficiente la psiquiatra es que el mundo productivo-laboral tiene que cambiar, sobre todo y principalmente, para no perjudicar el sano desarrollo emocional y afectivo de nuestros hijos, sobre todo en su primera infancia.

Creo que Gilaberte ha sido capaz de explicar suficientemente bien lo injusto de que la maternidad perjudique el desarrollo profesional de las mujeres, pero no cómo el orden productivo-laboral tal como está hoy perjudica a la maternidad, y por ende, a las crías. Su enfoque puede ser revolucionario para el mundo de la empresa que está aún en pañales en materia de conciliación y gestión de recursos humanos, pero no para una psiquiatra de la que podríamos esperar mayor profundidad sobre los orígenes primarios de los problemas afectivos (y de paso también sobre la depresión que es su especialidad).

Más escuelas infantiles públicas donde dejar a nuestros hijos 10 horas diarias desde los cero años no es la solución. Grandes salarios con los que contratar y malpagar a una amorosa inmigrante que se ocupe de nuestros hijos tampoco.

La solución pasa por articular nuevas formas de control de la productividad, de verdadera flexibilidad horaria, jornadas de trabajo más cortas para todos, teletrabajo, mayor incorporación del hombre al mundo doméstico, cambios de mentalidad, bajas maternales más largas retribuidas y respetadas... que signifiquen la interrupción momentánea pero no definitiva de las carreras profesionales de sus madres. Un concepto del tiempo menos lineal, un concepto del éxito menos vertical.

Eso, poniéndonos en el lugar de aquellas mujeres con carreras profesionales exitosas desde el que habla la propia Gilaberte, que quizás les merezca la pena sacrificar la vivencia de la maternidad en todo o en parte a cambio de un mayor techo profesional, pero no debemos olvidar que la gran mayoría de mujeres trabajadoras simplemente trabajan por un salario, en puestos mal remunerados, sin posibilidades de promoción profesional, e incluso sin motivación vocacional alguna, por lo que la protección laboral de la maternidad se impone entonces aún más.

Pero para todo eso, es preciso dejar de pensar el problema en términos únicamente de igualdad de género, de derechos de las mujeres -que son importantísimos-, y pensar también en los derechos de los niños, en los derechos de esa díada mamá-bebé que debe protegerse durante por lo menos los primeros dos años de vida del niño.

La liberación de la mujer tiene que servir también para que alguien se ponga en el lugar de los niños pequeños, ignorado por milenios de cultura patriarcal autoritaria.

Solo madres conectadas profundamente con su maternidad pueden traernos la voz de los bebés y los niños. Los avances científicos de estudio del cerebro, de las conexiones neurológicas y de la maduración cerebral de los bebés también permiten constatarlo.

Ya hemos pensado -aunque aún queda mucho por andar- en los derechos de las mujeres, de los homosexuales, de los inmigrantes... en todo tipo de "otros". Nos hemos percatado de que el único modo de entender los problemas sociales en toda su complejidad y asumir a ese "otro" que es sin dudas uno mismo, es abandonar los prejuicios eurocéntricos, heterocéntricos, falocéntricos... y aún nos queda el "último tabú": abandonar el enfoque adultocéntrico.

Falta pensar en los derechos de los bebés, que fuimos, somos y seremos todos. Quizás poniéndonos en el lugar de los bebés (y de los ancianos, que somos todos) podamos alcanzar más luz sobre un futuro para la humanidad realmente más justo, pacífico y equilibrado.

5 comentarios:

  1. Nunca nunca escribiré tan bien como tú :)
    Me quedo con esta frase, aunque todo me encante:
    "Más escuelas infantiles públicas desde los cero años no es la solución. Grandes salarios con los que contratar y malpagar a una amorosa inmigrante que se ocupe de nuestros hijos tampoco. "

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  2. Gracias, Caro. Tú escribes bien en tu estilo, y lo importante es el coro que entre muchas ya estamos haciendo.
    Besos y muchas gracias por tus comentarios, son de un gran apoyo!!!

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  3. Hola, guapa
    Me ha gustado mucho el artículo y el enfoque que le das al tema. Me resulta sorprendente cómo no me había parado a meditar sobre estas cosas antes de la maternidad, si bien por un lado es normal, por otro siempre me tuve por feminista, ahora comprendo que andaba equivocada sobre mil cosas... cómo las propias mujeres hemos despreciado tanto la maternidad, me he dado cuenta ahora.
    Me doy cuenta cómo tenía que haber tenido hijos más joven, con más energía, con un cuerpo más preparado, cómo erróneamente pensaba primero era estudiar (de esto no me arrepiento), luego trabajar y por supuesto triunfar profesionalmente, tener una vida económica solvente, y los hijos? Bien pasada la treintena, claro :-)
    Y el resultado: termino harta de luchar en el mundo laboral, convencida de que no me interesa subir a ese precio, a esa dedicación exclusiva obviando el tener familia (entonces sólo un marido... cómo hubiera sido ahora) en algo que no sólo no me motiva sino que estoy permanentemente estresada... hago un parón en mi vida, estoy decidida a trabajar exclusivamente para comer, necesito un buen horario y tranquilidad... y cuando me estoy empezando a plantear esa nueva vida, el mazazo, tienes una enfermedad (benigna afortunadamente) te quedas estéril y a merced de la ciencia, tengo 30 años, muy joven para todo el mundo, yo empiezo a intuir que ya no tanto.
    Por otro lado la parte positiva... soy más madura, más reflexiva y crítica, más segura de mí, claro que la maternidad me ha llegado en un momento adecuado... o bien es que la maternidad ha hecho que toda mi vida dé un giro y ahora es mi momento?
    Bueno que me desvío del tema con mis rollos, jajajajaja... en fin, que me pregunto si las miles de mujeres, muchas de las que habitualmente trato con ellas, que intentan desligarse de la maternidad en favor del trabajo, que tienen que renunciar a tantas cosas y lo peor lo ven NORMAL, si es verdad que lo ven así o se engañan así mismas, porque es lo que toca decir, especialmente entre mujeres "modernas", muy preparadas... cómo van a admitir que lo que les apetece realmente es estar de marujas en casa cuidando de los niños, por favor... o es que ya nos lo hemos terminado por creer del todo, tú qué crees?
    Y yo me siento tan afortunada, con mi jornada de 5 horas y todo el apoyo (presencial pero sobre todo psicológico) que tengo con mi madre y mis hermanas... otro día hablamos sobre el tema del aislamiento de las familias que saca Laura Gutman, yo me siento tan feliz de contar con una red... mi familia, y vosotras en el foro, por supuesto!
    Hala, que me enrollo yo más que tú con tus currados artículos, jajajajaja
    Un besazo, y sigue así.... para cuándo libros de Ileana Medina?
    Besitos
    Maru

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  4. Hoy estaba en la cola del supermercado, y miraba alrededor, las caras y expresiones de l@s niñ@s...
    Me hizo recordar a mi misma a esa edad, cuando pensaba que si hacía caso de lo que los adultos me decían: "sería feliz", "iría al cielo", "sería una niña buena", pero con el pasar del tiempo, me di cuenta de que la mayoría de los adultos eran mucho más infelices que yo...
    Hoy me pregunté: "Pero la gente no se da cuenta de la abundante energía y felicidad que rebosan éstos niñ@s? fijémonos que en la cara de sus padres, están hechos polvo!!... ¿porqué no aprendemos de l@s niñ@s?"...

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  5. Ileana, de acuerdo totalmente, preciso la descripción, somos una sociedad ADULTOCENTRICA.

    Solo quiero acotar algo, una de las cosas que influye a ese adultismo es el concepcto reduccionista que tenemos de nosotros mismos desde que nacemos, nos creemos seres superiores y en nosotros ya trabaja el programa de la JERARQUIA de la DOMINACION que por supuesto se nos puso en la psique y (porque no decirlo también) en el soma, si no somos conscientes de ello REPETIMOS de forma mas o menos consciente o INCONSCIENTE esa represión y sacamos a relucir ese AUTORITARISMO,

    Siempre lo digo lo repito, atrevámonos a ver a la criatura como un ser igual a nosotros con iguales derechos, luchemos contra nuestras propias programaciones mentales y liberémos, hagámosle saber a ellos y ellas que tenemos ya esas carencias pero que estamos haciendo el esfuerzo de liberarnos dia a día.

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