10 de agosto de 2009

Recordando a Rousseau



"Si buscamos el sueño que desencadenó la revolución pionera de los franceses, lo encontramos tanto en el racionalismo de Kant, Voltaire y los enciclopedistas, como en Rousseau, que más que racionalista fue romántico, y más que un académico un ser humano comprometido, como lo indica el que su tumba, en París, haya sido visitada a través de los siglos por gente que lo ha considerado una especie de santo por su sabiduría y amor a la humanidad. Como Freud haría posteriormente, Rousseau percibió la estructura disfuncional y opresiva de la sociedad, y aún así confió más que Freud en a libertad, en la naturaleza, en la educación y en los esfuerzos de colaboración de la comunidad hacia el bien común." Claudio Naranjo

Este texto es del siglo XVIII y como tal hay que ubicarlo, pero ofrece pistas muy interesantes: la de un gran hombre que creyó en que el ser humano es innatamente bueno, si se cría con amor y en equilibrio con la naturaleza:

«La educación primera es la que más importa, y ésta sin disputa compete a las mujeres; si el autor de la naturaleza hubiera querido fiársela a los hombres, les hubiera dado leche para criar a los niños.

Así, en los tratados de educación se ha de hablar especialmente con las mujeres, porque además de que pueden vigilar más de cerca que los hombres, y de que tienen más influjo en ella, el logro les interesa mucho más, puesto que la mayor parte de las viudas se quedan a merced de sus hijos, que entonces les hacen experimentar los buenos o malos frutos de la educación que les han dado.

Las leyes, que siempre se ocupan en las cosas, y casi nunca en las personas, porque su objeto es la paz, no la virtud, no otorgan la suficiente autoridad a las madres, aunque sea su estado más cierto que el de los padres, más penosas sus obligaciones, más importantes sus afanes para el buen orden de las familias, y, en general, mayor el cariño que a sus hijos tienen.

Casos hay en que un hijo que falta el respeto a su padre, puede merecer alguna disculpa; pero, si en una ocasión, sea cual fuese, se hallare un hijo de tan mal natural que falte el respeto a su madre, a la que le trajo en su vientre, le crió a sus pechos y por espacio de muchos años se olvidó de sí propia para no pensar más que en él, bueno fuera sofocar a este desventurado como un monstruo que no merece ver la luz del día.


Dicen que las madres miman a sus hijos; en eso hacen mal; pero no tanto como vosotros, que los depraváis. Una madre quiere que su hijo sea feliz y que lo sea desde el momento actual. En eso tiene razón; cuando se equivoca en los medios, conviene desengañarla. Mil veces más perjudiciales son para los hijos la ambición, la avaricia, la tiranía y la falsa previsión de los padres, que el cariño ciego de las madres.»

Jean Jacques Rousseau, Emilio o La Educación (1762).

2 comentarios:

  1. Que decir despues de leer tan esplendida exposicion, sino agradecerte el darla luz.

    Cariños

    ResponderEliminar
  2. ¡Ostias!El tío que sostenía que la educación femenina solo debía de servir para criar mejor al bebé!

    La fantasma del foro.

    ResponderEliminar