1 de septiembre de 2009

El sueño de las mujeres


Por Ileana Medina Hernández


Las mujeres hemos tenido un sueño.

Hemos soñado que somos tan valiosas como los hombres en todos los ámbitos, que todos los seres humanos somos igualmente valiosos. Que el mundo público, el mundo de las profesiones liberales, el mundo de los negocios, el mundo de la política... también nos pertenece. Que no hay razón para permanecer encerradas en casa, y que debemos tener la posibilidad de desarrollar carreras profesionales exitosas en cualquier ámbito, sin que nuestra condición de mujer nos limite por ello.

¿Pero qué queda de la "condición de mujer"? Sin contar prejuicios absurdos que aún puedan quedar por ahí, ¿qué condición a priori femenina podría impedirnos en pleno siglo XXI la realización profesional plena y ascendente?

La maternidad. Con la maternidad hemos topado. A pesar de toda la lucha feminista por sacudirnos el estereotipo de mujer-madre, las mujeres trabajadoras hemos de seguir pariendo, o la especie se extingue. Embarazarse, parir, amamantar y permanecer en contacto físico los primeros años de vida con el cachorro humano, cuya necesidad primaria es recibir leche y cuerpo maternos, parece hoy un obstáculo para la mayoría de las carreras profesionales de las mujeres, obstáculo que todos los empresarios y empleadores se obstinan en evitar.

Si nos aferramos a permanecer a toda costa dentro del sistema, y con suerte no nos echan de nuestro empleo al quedarnos embarazadas o al reincorporarnos tras la exigua baja maternal, nos vemos de vuelta al mundo competitivo cuando nuestro bebé solo tiene 16 semanas, dejándolo en manos ajenas durante más de 8 horas diarias, y con nuestros jefes mirando mal que nos ausentemos cuando el pequeño se enferma, o que no queramos quedarnos hasta más tarde, o que no estemos disponibles para viajar...

Buena parte de la solución pasaría por que los padres también se ocuparan de llevar a los bebés al médico, o de quedarse en casa con ellos cuando enferman, o acompañarlos a dormir por las noches, o preparar y tener lista su ropa... por que la paternidad también tuviera un coste para ellos en sus carreras profesionales... pero ¡¡¡es que encima hemos dejado al bebé con solo 16 semanas!!! Un bebé hasta más o menos los dos años comparte el espacio psíquico con la persona que lo ha gestado. Es su primer hábitat. Su cerebro no ha terminado de formarse, hay una gestación extra-uterina que no debe interrumpirse bruscamente. No ha construido aún su "yo" independiente, y su necesidad básica -la que le permitirá la construcción de una autoestima sana y un esqueleto emocional fuerte sobre el que erigir las siguientes etapas de su personalidad- es la de ser amamantado, acarreado, sostenido y abrazado principalmente por su madre.

¡¡¡Pobres mujeres independientes!!! Resulta que no hace ni medio siglo que podemos acceder al mundo laboral, al derecho a la profesión, ¡y alguien todavía se atreve a decirnos que nuestro sueño no es posible porque ha de predominar el derecho del bebé a ser amamantado durante al menos dos años! ¡Pero si nuestras madres no trabajaban y tampoco amamantaron durante ese tiempo!

Ahora nos encontramos con el aparente choque entre dos derechos diferentes (que nadie reconocía hace un siglo): el derecho de la madre a reanudar su vida productiva, ya reconocido por casi todos los poderes públicos y económicos; y el derecho del niño a recibir cuerpo y leche maternos en sus primeros años de vida, y a recibir tiempo, educación y cuidados paternales durante toda su infancia, éste último todavía no oficializado por nadie, pero real, como demuestran cada vez más estudios de neonatología, neurofisiología, psicología infantil, salud primal...


Si pensamos en los derechos y necesidades de los bebés y de los niños a recibir la presencia y los cuidados de sus padres, ¿cómo encaja esto con la "liberación" de la mujer?

Paradójicamente, no son contradictorios, sino inseparables.


La liberación de la mujer es y tiene que ser la liberación de los niños, y quizás, por ende, de todos los seres humanos.

Hasta que las mujeres no nos incorporamos al mundo público, hasta que no hemos tenido voz, voto y consideración social, nadie ha podido traer al mundo la voz de los niños.

Los niños -y aún menos los bebés- no han sido sujetos historiográficos jamás, han sufrido a lo largo de milenios todo tipo de abusos, asesinatos, violaciones sexuales, han sido explotados como fuerza de trabajo, han (hemos) soportado estoicamente la imposición -casi siempre a la fuerza- de la autoridad y la moral de los adultos.

Como han demostrado Alice Miller o Lloyd deMause, en el trato que le hemos dado  históricamente a los bebés y a los niños se encuentra la clave para comprender los orígenes y la reproducción de la violencia, del "pecado" y de los males sociales. La carencia afectiva que ha predominado en todas las formas de educación hasta hoy es en buena parte culpable.

El afecto, el amor, el respeto por las características que implica ser niño pequeño, no han sido fórmulas probadas en la inmensa mayoría de las sociedades occidentales. La mayoría de los seres humanos hemos crecido carentes de lo que Laura Gutman llama maternaje.


Las clases altas han basado su estilo de crianza precisamente en la ausencia de padres. Los niños han sido amamantados y criados por otras personas, en medio de normas rígidas, apariencias, hipocresía, castigos, soledad. Introducidos desde muy temprano en colegios internos de gran "prestigio", donde el mundo afectivo y emocional ha sido no solo ignorado, sino atacado y pisoteado. Han criado "herederos", no seres humanos.

El estilo de crianza tan "moderno" basado en el biberón, el cochecito, dormir solo, "no lo cojas en brazos que se acostumbra" y guarderías o cuidadoras que se ocupan todo el día del bebé, viene de ahí, del estilo de crianza oligárquico, y ya sabemos que los estilos de vida de las clases altas son copiados y tenidos por buenos por estas "clases medias" que surgieron hace un siglo.

Las clases bajas, por su parte, tampoco han podido dar más. Con gran número de hijos que mantener, las mujeres pobres, aunque han permanecido en casa, tampoco han podido dedicar demasiado tiempo ni alegrías a cada una de sus criaturas, con un marido al que servir como esclavas, arduas tareas domésticas sobre sus hombros, y el hambre, la miseria, la insalubridad, la violencia y la enfermedad aguijoneándolas por todos los flancos.

Todas, tanto las mujeres ricas como las pobres, hemos sido esclavas además de los convencionalismos sociales, reprimidas, con la autoestima baja, e ignorantes del funcionamiento de nuestro cuerpo, de nuestros ciclos femeninos, de nuestra sexualidad y de nuestro poder.

Esa ha sido hasta ahora la historia de la infancia de todos nosotros, de nuestros ancestros, de nuestras sagas familiares. Carencias trasladadas de padres a hijos, en una espiral eterna de soledad, incomprensión y desamparo.

Solo en el siglo XX, precisamente en el mismo momento en que la mujer sale de casa para incorporarse al espacio público, comenzamos a preguntarnos qué pasa en el interior de nuestro mundo doméstico.


Conquistar el espacio público es pues la oportunidad que tenemos las mujeres para cambiar, tanto el mundo productivo-laboral, como el mundo doméstico.

No podemos incorporarnos en el mundo laboral para que todo se quede como está. Si las mujeres entramos en la dinámica de la competitividad laboral, y para ello abandonamos a nuestras criaturas en guarderías estatales o privadas durante 10 horas diarias, no habremos ganado nada contra las injusticias del patriarcado, y arrancamos a nuestros hijos el derecho a ser cuidados, educados y sostenidos por su familia.

Si solo pensamos en el supuesto derecho de la mujer a incorporarse al mundo loco del estrés y la racionalidad, nos quedamos con un mundo a medias, donde no hay lugar para el otro lado: el lado de los afectos, de la intimidad, las emociones, los sentimientos, la vida privada, la crianza, el juego, la amistad, la naturaleza, el placer, el gozo, la comunicación verdadera y auténtica....


La incorporación y jerarquía femeninas en el mundo laboral tiene que servir para cambiarlo. El mundo masculino-competitivo-estresante-contaminante nos lo agradecerá. Tiene que servir para hacerlo más humano. Para llevar a él el mundo de los afectos y las emociones. Para cambiar las formas de trabajar, ampliar las bajas maternales, subsidiar las jornadas reducidas durante los primeros años del bebé, cambiar los horarios laborales, las formas de medir la productividad, las formas de cuidar la naturaleza, diseñar una verdadera flexibilidad horaria, estimular el teletrabajo y el trabajo por objetivos, apoyar las formas en que tanto mujeres como hombres pueden permanecer más tiempo con su familia... para crear un nuevo concepto de tiempo menos lineal, un nuevo concepto de éxito menos vertical.

Si sólo seguimos empeñadas en conseguir el éxito, el éxito tal como lo diseñó la sociedad clasista patriarcal injusta, no añadiremos nada a la mejora del mundo y del ser humano.

Nuestros hijos necesitan ser criados, educados y amados por familias que puedan dedicarles tiempo, mirada, afecto, comunicación, comprensión, apoyo y referentes morales sinceros. No por colegios que los asuman como parte de una masa homogénea durante 10 horas al día desde que tienen 3 meses de nacidos. Todos los dictadores saben que la mejor forma de hacer débil y manipulable al ser humano es arrancarlo desde pequeño del calor familiar.


Si logramos conciliar el derecho de los bebés a ser criados con afecto por sus propios padres; el derecho de las mujeres a organizar desde adentro de otro modo el mundo laboral; y el derecho de los hombres a ampliar y a mejorar su mundo emocional, su implicación doméstica y familiar, y a dedicar más tiempo, comunicación y disponibilidad a su familia y a sus afectos, entonces quizás el sueño de las mujeres -y de los mejores hombres de la historia- pueda empezar a cumplirse.

11 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, creo que el logro sería el poder decidir, cosa que actualmente no ocurre.
    Muchas madres que se quedan en casa para cuidar a sus hijos, lo hacen por obligación, porque saben que no compensa estar 10 horas fuera de casa sin ver a tu bebé, ni lo desean ni tampoco económicamente sale bien...
    Y otras que se ven obligadas a volver de forma prematura (muuuuy prematura, 16 semanas es un asco! ) porque coger excedencias está muuuuuy mal visto
    Así que derechos, sí, parece que los tenemos todos... pero no es cierto, no dejamos de ser esclavas del sistema.

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  2. solo un comentario : "Un beb ... Leer másé hasta los dos años comparte el espacio psíquico con la persona que lo ha gestado." perdón, pero si de verdad nos tragamos esto estamos fritas y nuestros deseos de compaginar vidas profesionales y vidas familiares con el apoyo y la participación equitable de nuestros hombres o parejas no solo es imposible, si no hasta mala! En mi caso, mis hijos han compartido sus "vidas psiquicas" con su padre tanto (o más) que conmigo y es asî como lo hemos escogido como familia. El patriarcado también afecta a los hombres, ellos también necesitan liberarse de él!Pero los postulados psicoanaliticos son fruto de ese mismo patriarcado! Imposible basar la lucha nati-patriarcado en este tipo de postulados!

    Paola

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  3. Paola, muy interesante tu comentario.
    Aunque ahí vamos a discrepar -y eso es lo bueno-.

    Yo creo que efectivamente, los bebés, hasta que no comienzan la construcción de su "ego", de su yo separado, y eso ocurre en torno a los 2 años, mantienen su identidad apegada a la persona que lo ha gestado. Esto es así, y lo comparte no solo el psicoanálisis.

    Que no nos guste a las mujeres que a día de hoy necesitamos incorporarnos al trabajo en 4 ó 6 meses, es un problema.

    Pero es la baza fundamental para luchar por una baja maternal más prolongada, de por lo menos 18 ó 20 meses como tienen algunos países nórdicos.

    Y es la clave para entender que sí que puede haber conflicto entre el derecho a trabajar de las mujeres y la maternidad, mal que nos pese a todas las luchadoras feministas. Entre el derecho a trabajar tal cual se trabaja hoy, que no tiene por qué ser el único modo de trabajar.


    Pero mantenernos 2 años, ó 4 ó 6 si tenemos más hijos, fuera del mercado laboral (o fuera de trabajar 8 horas seguidas en un lugar de trabajo, que no tiene por qué ser fuera del mercado laboral) no tendría por qué ser un obstáculo, en un mundo laboral diferente al que tenemos hoy.

    REconocer eso es reconocer que el mundo laboral tiene que cambiar, mucho más profundamente de lo que estamos dispuestos a vislumbrar hoy.

    Que el patriarcado también afecta a los hombres, lo digo y lo asumo en el propio artículo.

    Muchas gracias por ese apunte tan bueno!!! Y si quieres, podemos seguir debatiendo, que me parece muy importante!!!

    Saludos!!!

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  4. Ileana, qué bueno leer estas cosas. Mira, hace solo unos días estuve estudiando, por razones obvias, la Ley de Maternidad en Cuba y la verdad es que me parece bastante coherente con algunas de las cosas que defiendes en tu artículo, sobre todo en cuanto a la consideración de alargar el período de permanencia de la madre junto a su hijo. En Cuba las madres reciben licencia (retribuida y con protección de su puesto laboral) por un período de hasta un año después de nacido su bebé, precisamente por muchas de las causas que tú menciones. Es una actitud nórdica en medio del trópico...

    Bueno, te mando el link a la ley para que lo veas tú misma.
    http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/suplementos/mundo-laboral/legislacion-laboral/decreto-ley-234-de-la-maternidad-de-las-trabajadoras
    Vale la pena estudiar el caso cubano, por muchas razones, pero una de las cosas más significativas, creo es la distancia entre la letra legal y la práctica ciudadana. Me refiero sobre todo en cuanto al asunto de la protección de la paternidad, que también quedó recogida en esta ley.
    Un artículo de Trabajadores de enero de 2007 decía que solo 17 padres (hombres) en todo el país se habían acogido a los beneficios que esta ley prevé, a tres años de haber sido aprobada.
    Verás que los padres pueden optar por ser ellos quienes reciban la licencia, tienen derecho a obtenerla en caso de fallecimiento de las madres e incluso pueden ser quienes se ausenten de su trabajo para cuidar a los hijos en caso de enfermedad.
    Es interesante que tan pocos padres hayan "maternizado" su rol. A mi me parece un número ridículamente pequeño y significativo por eso mismo.
    http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/suplementos/mundo-laboral/seguridad-social-1/bflicencia-de-paternidad
    ¿Qué pasa si se consigue la Ley pero resulta que esta es solo la expresión de un deseo probablemente muy liberal pero también elitista que no se concreta luego en la práctica de la vida --me refiero al tema de los padres-- porque la sociedad no lo percibe como necesario? Al menos en Cuba, la maternidad se vive como un rol muy intenso y muchas veces intransferible. "Madre hay una sola"...
    En fin, son solo vistazos para provocar que escribas más.
    Cariños y gracias por darnos impulso a las mamás.

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  5. Ilena,
    si la política no me diera tanto asco (bueno, los políticos, no la política)...
    te pediría que fundases un partido!!!!!!
    Pero seguro que si nos organizamos, igualmente podemos conseguir cosas sin necesidad de mezclarnos con chusmas mafiosas...
    Y ya me has dado un hilito del que tirar para un próximo post :)))))))
    Paola, pues sí, a lo mejor todo no es blanco o negro... yo sí estoy de acuerdo también en la dependencia de los bebés hasta esa edad. Y aunque también creo que la presencia de la madre es la más importante, si no es posible por la razón que fuera, la segunda mejor desde luego es la de su padre. Si yo no pudiera estar con mi niño, desde luego me gustaría que fuera su padre quien estuviera con él. Ni abuelos, ni guarderías, ni nannies... tanto por el niño como por él, porque efectivamente ambas partes saldrían beneficiadas.
    Milena, muchas gracias por tu comentario también, me ha encantado saber cómo es la situación en Cuba, "una actitud nórdica en medio del trópico", sí señor... y que a veces las leyes van por delante de la costumbre de la sociedad, es un hecho en muchos países. Aún hay pocos hombres dispuestos, pero yo soy optimista y pienso que cada vez son más, y es bueno que ellos puedan aprovecharse de estas leyes. Y entre ellos poquitos y nosotras poquitas, igual quién sabe, de aquí a poco convencemos a más gente, educando, dando ejemplo... y somos una gran masa.
    Un beso a todas!

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  6. Iliana, me ha encantado el artículo y como tengo la enorme suerte de poder compartir con mi bebé y su padre todas las horas del día, aún mientras trabajamos, desde hace 8 meses, quiero comentar que es algo verdaderamente gratificante para los tres; aunque para nosotras las madres sea tan difícil separarnos del bebé siendo muy pequeños, creo que los padres también necesitan compartir momentos y entablar lazos afectivos con sus hijos. Si las madres elegimos quedarnos en casa para cuidadr de nuestros hijos porque es lo que más deseamos, sobre los padre acarrea toda la responsabilidad económica familiar y creo que sacrifican mucho perdiéndose esa primera etapa y a veces hasta casi toda la infancia del ser que con tanto amor, también han estado esperando. Sinceramente no creo que verles un par de horas despues del trabajo cuando el niño está a punto de irse a la cama sea la mejor relación para una criatura que aún está descubriendo el mundo que le rodea, donde sus padres son el pilar que le sostiene y le hace sentirse seguro. Por supuesto que hay que seguir luchando para que tanto las madres como los padres comprometidos con la crianza de sus hijos tengan más derechos a reajustar horarios y puedan así compartir con su familia. Los niños solo piden atención, amor y cuidados, les da igual que su madre sea ejecutiva o que su padre trabaje en una multinacional, lo que quieren es que sus padres estén a su lado cuando les necesita.
    Un beso Aytana

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  7. Gracias, Milena, cierto que a veces el gobierno cubano aprueba algunas medidas sociales que parecen de países desarrolladísimos, pero luego no van acompañadas de la madurez económica, social y mental que pudieran hacerlas efectivas.

    Aun en Europa, el número de padres dispuestos a que la paternidad tenga un espacio también en "detrimento" de su vida laboral, es muy escaso.

    Ay, Carolina, las ideas sensatas no tienen mucho lugar en la política, jejeje... donde se compite por ver quién banaliza más y mejor para llevarse al agua a las mayorías del "centro". Cierto que hay cosas que podrían hacerse, pero es muy difícil convencer a alguien de aquello que no quiere ver. Será que no tengo madera de movilizadora de masas, jejeje...

    Aytana, ustedes artistas, aunque también sufren por la inestabilidad laboral y tienen unos horarios de trabajo un poco "raritos", por otro lado pueden darse el inmenso lujo de permanecer ambos mucho tiempo con el bebé. Amel es un gran afortunado en ese sentido, los está disfrutando a ambos a tutiplén. Cuánto diera yo por que mi hija pudiera pasar más horas con su padre.

    Un abrazo a todas, y muchísimas gracias por visitar esta casita y engalanarla con vuestros comentarios!!!

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  8. Ileana, una vez más tan sabia ;) en breve dejaré a la pequeña María en la guardería... muy a mi pesar... por el asqueroso tema laboral. A veces no hay elección. Besos.

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  9. ¿Que pruebas teneís a la dependencia con la madre?
    Da la impresión de ser un dogma.

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  10. No, no es un dogma, es puro sentido común.
    Ha estado allí 9 meses, ha nacido inmaduro, necesita mamar, no sabe desplazarse por sí mismo, la madre es el primer entorno, el único cuerpo que conoce...
    Parece que igual que el resto de los primates el bebé humano debe ser porteado al menos durante los meses en que no puede desplazarse por sí mismo...
    Además la neurociencia está diciendo mucho al respecto...
    Y además, creo que toda madre lo sabe en el fondo de su corazón.

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  11. Hay mucha información científica posible, pero aquí te dejo un pequeño resumen:

    El bebé es un mamífero

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