
4.- Amarás al prójimo como a ti mismo
Una de las frases bíblicas más conocidas, y de los mandamientos cristianos más importantes es éste, el de amar a los demás y a nosotros mismos:
«En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» (Marcos 12, 28-34)
Esto significa que para poder amar a los demás, primero debemos amarnos a nosotros mismos. Amarse a uno mismo no significa vanidad, todo lo contrario, significa saber que somos tan valiosos como cualquier otro. Quizás sea impreciso decir que "primero" es una cosa y luego otra: solo podemos amar a los demás en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos, y viceversa.
¿Pero cómo podemos llegar a amarnos a nosotros mismos? O sea, ¿cómo podemos llegar a tener una autoestima sólida y verdadera, que nos permita saber escuchar; ser generosos con los demás; sin necesidad de estar siempre a la defensiva, de estar constantemente reforzándonos en nuestras posturas; sin necesidad de resguardarnos en la intolerancia, la prepotencia o la violencia?
En el blog de Crianza Positiva, la psicóloga Gina Graham habla de la importancia de la autoestima y concluye citando a Abraham Maslow:
Tanto la frase biblíca como la de Maslow han de completarse con la primera parte: las personas pueden amarse a sí mismas, cuando son amadas en la niñez. Es el amor y el respeto que recibimos en nuestra infancia, cuando nos estamos formando como seres humanos, cuando se está formando nuestra visión del mundo, nuestro esqueleto emocional y nuestro sistema neuronal, lo que nos permite amarnos a nosotros mismos y poder amar a los demás."Sólo podemos respetar a los demás cuando uno se respeta a sí mismo. Sólo podemos dar, cuando nos damos a nosotros mismos. Sólo podemos amar, cuando nos amamos a nosotros mismos.”
Es la cadena del amor: el amor y el respeto que recibimos de nuestros padres, de nuestra familia, es lo que hace que podamos construir una auto-imagen positiva, y a la vez, llenarnos tanto de él, hasta que nuestra vasija interior pueda desbordarse y verter ese amor hacia los demás.
La autoestima puede irse reforzando a lo largo de la vida con todo el amor y las recompensas que recibimos de otros, pero el amor primario, el más importante, el que viene de que aquellas únicas personas que tienen el "deber" de amarnos, es el que recibimos tempranamente de nuestros padres, de nuestra familia, en nuestro hogar.
Cada ser humano es un RECIPIENTE (en sus dos sentidos: que recibe, y que contiene) de amor, que al rebosarse, hace posible que el fluido continúe hacia sus semejantes.
Cada generación de seres humanos hereda el amor de la anterior, el amor con el que puede amarse a sí misma y a su vez legar a sus descendientes.
¿Puede una persona que ha sido maltratada en su infancia llenarse a sí misma de amor, y darle a los demás? Sí. Pobre de este mundo si no fuera posible romper las cadenas del desamor.
Pero lo tenemos mucho más fácil cuando hemos sido criados desde el primer día con cuerpo y leche maternos, con mirada, con caricias, con alegría y con respeto.
Para llenar los agujeros que nos quedan de nuestra infancia; para saciar las necesidades infantiles insatisfechas; para reparar las lesiones que el miedo, el abuso o la violencia hayan dejado en nuestra alma y en nuestro cuerpo a veces es necesario toda una vida de búsqueda, de sufrimiento, de psicoterapias, de meditación, de prácticas religiosas, de tratamientos médicos, de cursos de autoayuda... de perderse y perderse muchas veces hasta lograr reencontrarse.
La crianza con apego evita en buena medida este largo camino. Ayuda a que nuestros hijos puedan naturalmente amarse a sí mismos, y por consiguiente amar a los demás.
Qué bonito y qué gran verdad.
ResponderEliminarIleana yo una vez escribí algo así como "Respetarse es respetar". Si a un niño le enseñamos a quererse y a aceptarse como es, podrá hacerlo igual con los que le rodean.
ResponderEliminarAlgo muy difícil de conseguir, sobretodo en la adolescencia que nuestros hijos pueden sentirse tremendamente indefensos ante tanto cambio.
Nuestra labor como padres es hacer que se quieran, se amen a sí mismos, por lo que son. Solamente así hallarán su felicidad que se reflejará totalmente en la relación con su entorno.
A veces pienso que esta muy claro lo que hay que hacer, cual es el camino(teórico) para generar un cambio, pero el día a día de las mamás es más arduo, y siempre me estoy preguntando como podríamos apoyarnos las mujeres para que fuera diferente. Los blogs, los foros, han resultado potentes herramientas de apoyo, de intercambio de información y opiniones, muchas veces también de sugerencias muy valiosas. Pero siempre estoy pensando en más alternativas que permitan contacto directo, cuerpo a cuerpo...quizás debería escribir algo más extenso al respecto, pero si me permites Ileana me gustaría largar la pregunta¿alguna sugerencia?, casas de reunión y juego para madres e hijos, por ejemplo, alguien conoce alguna? ¿Como podemos generar espacios que nos permitan simular la aldea pérdida donde toda la comunidad de mujeres se encargaban de la crianza de todos los niños? Quizás así nos sería más sencillo ser madres recipientes rebozantes de amor para nuestros niños...o al menos un poco más sencillo!
ResponderEliminarPrecioso artículo.
ResponderEliminarA mi lo que más me satisface de todo esto es que gracias a Internet nos vamos encontrando todas. Y es cierto que el cara a cara es más intenso, pero saberse acompañada virtualmente en el camino es ya de gran ayuda.
Enhorabuena por el blog, no os conocía y me ha gustado.
un abrazo,
María, tienes mucha razón, como siempre.
ResponderEliminarAunque tengamos claro lo que hay que hacer, muchas de nosotras nos vemos solas cada día con los niños, viviendo en urbanizaciones donde no hay contacto con los vecinos y no se puede ni salir a pasear, cogiendo el coche para todo y yendo a parar al centro comercial de turno, y en casa atrapados entre la pantalla de la televisión y la pantalla del ordenador.
Se admiten, efectivamente, sugerencias.
Cueta, muchas gracias por tus palabras. Aquí estamos. Un fuerte abrazo!!!