1 de diciembre de 2009

Entre la biología y la cultura: el útero

Por Ileana Medina Hernández


Las ciencias sociales se han hecho siempre la gran pregunta sobre la relación existente entre la influencia biológica- genética frente a la cultural y educativa (nurture vs nature).

Se me ocurre que el puente que une ambas cosas en la formación de la vida de un individuo es, cómo no, LA MADRE, LA VIDA INTRAUTERINA.

A lo largo de la vida fetal, el nacimiento, y los primeros meses de crianza se halla el punto de encuentro -el eslabón perdido- entre la biología y la cultura. Entre la transmisión genética y el condicionamiento social.

En el vientre materno, durante el nacimiento, y también en la simbiosis que se establece entre madre e hijo en los primeros meses de lactancia y crianza, no es fácil separar lo biológico de lo cultural o simbólico. Durante el embarazo,  a la vez que se van formando sus órganos, el bebé recibe los estímulos que tanto el propio cuerpo como la psiquis de la madre puede transmitirle, y los que le llegan -amortiguados- del exterior, de modo que, por ejemplo, las hormonas del estrés de la madre pueden influir en la formación de su cerebro, como ha demostrado la ciencia recientemente.

En el útero materno, se forma el embrión donde se fusiona el material genético de ambos progenitores, y además es el PRIMER ENTORNO de la nueva vida humana. Hoy, la ciencia sabe que el entorno uterino puede influir en la activación de determinados genes, y la inactivación de otros. La madre es el HÁBITAT para la criatura, y no solo durante los 9 meses de gestación, sino también los primeros meses tras el parto, durante los cuales la criatura no es capaz de separarse por sí misma de la madre (extero-gestación). 

La ruptura con ese primer hábitat, el único que el bebé conoce, no puede nunca ser brusca, pues el bebé lo interpretará como un rechazo del entorno hacia él. La madre es para él el mundo, el único mundo que conoce. La ruptura con el hábitat, produce estrés, y las hormonas del estrés interfieren en la formación del cerebro de la cría humana, que nace con menos del 25% de su cerebro formado, y sólo alcanza el 80% de su desarrollo a los 12 meses tras el nacimiento.

Michel Odent considera la "ecología del útero" como la rama más importante de la ecología humana y afirma que la capacidad de amar del ser humano se desarrolla sobre todo en el período perinatal.

La sociedad en su conjunto tiene que apoyar, estimular y propiciar el máximo bienestar de cada madre con su criatura; que es apoyar, estimular y propiciar que cada criatura tenga el mejor entorno posible para gestarse y formarse.

1 comentario:

  1. ¿Ecologia del útero?

    Tendré que haceros una evalucación del impacto ambiental.XD

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