27 de junio de 2010

Monika o la sexualidad femenina

Por Ileana Medina Hernández



Estoy leyéndome "Monika y la Revolución",*  la autobiografía de Monika Krause-Fuchs, sexóloga alemana, coordinadora durante los años 80 de las únicas politicas de educación sexual que se han hecho en Cuba, al amparo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización dirigida durante cuarenta años (hasta su fallecimiento) por Vilma Espín Guillois, la esposa de Raúl Castro, dirigente supuestamente feminista que firmaba ella misma como Vilma Espín "de Castro".

Este libro del año 2002, adquiere hoy nuevas luces, si tenemos en cuenta que su sucesora al frente de las políticas "de sexualidad" en la Cuba nepotista es ahora Mariela Castro Espín, precisamente la hija de quien ella llama "la Presidenta" (de la FMC) y del hoy "Presidente".

El de Monika es un texto sencillo, sin pretensiones intelectuales, sin hablar mal de nadie, sin chismes ni titulares mediáticos (creo que calla mucho más de lo que cuenta), pero tremendamente emotivo y descriptivo de la vida femenina cotidiana en la Cuba comunista.

Cuenta la difícil historia de su propia maternidad en Cuba, sola (su marido cubano -un alto oficial, seguramente de la Inteligencia aunque ella no lo dice- siempre estaba viajando), chocando a la vez con la enorme miseria material del país y con la mentalidad machista tropical.

Y cuenta también la apasionante labor que asumió, apoyada por la misma Vilma Espín, para estructurar y coordinar un programa oficial de Educación Sexual para toda la isla. Los embarazos adolescentes, la falta de planificación familiar, el aborto usado comúnmente como método anticonceptivo (las estadísticas arrojaban casi tantos abortos como nacimientos al año),  el sistema educativo de escuelas-internado donde la sexualidad de los adolescentes tiene vía libre sin el apoyo familiar ni la educación correcta por parte de los maestros, el machismo endémico... pintaban (y pintan aún) un panorama desolador en la isla tropical.

Monika emprendió con entusiasmo un programa formado por estudios e investigaciones, formación a los profesionales de la educación y la salud, conferencias directas en la escuelas, publicación de libros científico-divulgativos, y programas de radio y de televisión. La oposición que recibió fue también feroz.

Una de las anecdótas más interesantes que cuenta es cuando recibe la visita de un "macho herido" que casi quiso golpearla y que le espetó lo siguiente:
"Mónica, tú eres culpable de los muchos divorcios, de la destrucción de tantas y tantas parejas; tú tienes la culpa de que las mujeres de repente nos exijan cosas de cuya existencia ni siquiera sabían antes de la existencia de este libro maldito. Mira, yo tengo mucha experiencia, he tenido muchas mujeres y ahora la mía está en huelga. Me echa en cara que yo soy como un gallo que monta a una gallina, hace dos o tres movimientos y cuando suelta la leche se baja y se echa a dormir y que ella no siente nada y que ella tiene derecho a sentir placer, que esto lo dice este libro de mierda, que yo soy un egoísta, un macho chapucero, sí, me llamó macho chapucero, y desde entonces no se me levanta más. Esta muerta. No hay forma de que se me levante. Esto no lo aguanta nadie. Tú tienes la culpa de haberme convertido en un guiñapo impotente y que me mi mujer me exija algo que no puedo dar. "(...)
Me resulta increíble que en plena década de los 80 cosas como estas fueran comunes, y probablemente lo sigan siendo. Me pregunto cuán lejos estamos los seres humanos todavía de conocer nuestra sexualidad y mucho más aún la "misteriosa" sexualidad femenina. Monika misma lo describe:

"Muchas mujeres aceptaban, además, las exigencias sexuales de sus maridos o compañeros como una necesidad auténtica y se sentían en el deber de satisfacerlos a ellos, aun en detrimento de la propia satisfacción -en el supuesto caso de que conocieran las posibilidades de disfrute sexual-. Recibí llamadas de mujeres, cartas de mujeres que me reprochaban haber inventado cosas que no existían, como las de las necesidades sexuales iguales, del orgasmo, de las sensaciones fabulosas, que todo esto era cuento, pura fantasía morbosa. Algunas incluso llegaron a decirme que estos fenómenos tal vez existirían en Alemania, donde la gente no tenía vergüenza, donde hombres y mujeres juntos iban a la playa en cueros ¡qué barbaridad! pero que para las mujeres cubanas decentes que se respetaban a sí mismas todo esto resultaba inadmisible y que dejara de meterles el mono en el cuerpo."
Esto me ha recordado inmediatamente a las reacciones y debates actuales frente a la evidencia de que el embarazo, el parto y la lactancia son parte de la sexualidad femenina.

¡Si hasta hace muy poco tiempo las mujeres incluso desconocían -o desconocemos- la naturaleza del orgasmo femenino, ¿qué podemos esperar?! Decir hoy que el parto es una parte importante de la sexualidad femenina, y que como tal puede ser vivido, que no necesita ser intervenido ni observado ni perturbado, sino simplemente protegido, parece algo de locos para muchos.

Reivindicar la lactancia con placer como la última parte del ciclo de la sexualidad femenina, durante la cual la libido de la mujer, bajo la égida de la oxitocina y la prolactina, está dirigida hacia el cachorro que necesita ser alimentado y cobijado por su madre permanentemente, parece más que una utopía.

Las mujeres -y también los hombres- desconocemos la mayoría de los aspectos que tienen que ver con nuestra sexualidad, empezando por el propio acto sexual, y también por todo lo que de él se deriva. Los medios de comunicación nos venden una sexualidad infantilizada, llena de tópicos machistas y superficiales, en una sociedad cada vez más "erotizada" pero muy ignorante de cómo funcionan los procesos más básicos de nuestros propios cuerpos.

La lectura del libro de Monika ha sido para mí reconfortante desde muchos punto de vista, como cubana, como mujer, como madre. Da una idea, gigante, del camino que aún queda por recorrer.

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*Krause-Fuchs, Monika: Monika y la Revolución. Una mirada singular sobre la historia reciente de Cuba, Centro de la Cultura Popular Canaria, Tenerife, 2002. Prólogo de Jesús Díaz.

Me entero ahora de que existe también una película sobre Monika, llamada "La reina del condón", cuyo tráiler puede verse aquí.

2 comentarios:

  1. Nunca había oído hablar de esta mujer, Ileana, y no sabes como me alegro de conocerla ahora, gracias a tí, aunque sólo sea un poquito. Y cuanta razón tienes (casi me duele el cuello de tanto asentir mientras leía tu artículo y mi madre hasta me ha preguntado que era eso que me convencía tanto ,je,je.....

    El "macho herido" y la "hembra herida" que se aferran a su dolor y actuan como el perro del hortelano: "ni comen ni dejan comer" Una actitud desgraciadamente muy común y que se tiene que ir superando poco a poco.

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  2. No, María, no creo que mucha gente fuera de Cuba conozca a esta mujer.

    Aunque pocas, como ella, habrán tenido la oportunidad de dirigir un programa nacional de estas características.

    Gracias a la "unipersonalización" que en Cuba hay para todo, ella tuvo esa oportunidad, por otra parte, con resultados muy insuficientes.

    En Cuba, el aborto -sin la presión social de la iglesia católica, sin suministro de métodos anticonceptivos, y con el apoyo del Estado y de los hospitales públicos- se ha convertido en la única opción de planificación familiar.

    La mayoría de mis amigas han abortado varias veces, con la herida física y psicológica que ello conlleva (aunque sea inconsciente).

    Un abrazo!!!

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