21 de diciembre de 2010

"Homeschoolers"

Por Ileana Medina Hernández




"Respuestas correctas", especialización, estandarización, competencia 
estrecha, adquisición ávida, agresión, desapego. Sin ellas, nos ha parecido 
que la máquina social no podría funcionar. No debemos culpar a las escuelas 
de crueldad cuando sólo han cumplido con lo que la sociedad les ha pedido. 
Pero la razón por la que necesitamos una reforma radical de la educación es 
que las demandas de la sociedad están cambiando radicalmente. No cabe 
duda de que las características humanas que hoy en día se inculcan dejarán 
de ser funcionales. Ya se han tornado inapropiadas y destructivas. Si la 
educación continúa siendo como solía, la humanidad terminará 
destruyéndose tarde o temprano.” 
G. Leonard

La blogosfera maternal está revolucionada, en apoyo a aquellas familias que en España han optado por no delegar la educación de sus hijos en una institución, y educarles ellos mismos en casa.

En España, la educación en el hogar no está regulada, aunque tampoco está prohibida. Por lo que se habla de un "limbo legal", en el que estas familias hasta ahora han navegado con más o menos acoso por parte de las administraciones.

Dado que no está prohibido, la mayoría de los tribunales españoles han dictado siempre sentencias favorables a los padres que educan en casa, sin embargo, recientemente ha sorprendido una sentencia del Tribunal Constitucional que ha prohibido expresamente a unos padres en Málaga esta opción. 

Mi hija de 3 años asiste a un colegio público. Fue la decisión que tomamos en nuestra familia, la que mejor se aviene con nuestras circunstancias concretas, aunque probablemente no la mejor de todas las opciones posibles. 

Sin embargo, estoy convencida de que el sistema educativo en general tiene mucho que mejorar, y un gran reto por delante en este siglo XXI. No cambios en los planes educativos, no si Religión o si Educación Cívica, si Historia nacionalista o Historia nacional, si Latín y Griego, o nuevas tecnologías. Las materias posiblemente sean lo de menos. 

El cambio tiene que ser mucho más profundo: abrir la escuela a la realidad, sacar a los niños, adolescentes y jóvenes de las (j)aulas, incorporar métodos activos de enseñanza, una enseñanza que provenga del interior de los alumnos y que respete sus ritmos, sus motivaciones, su libertad, su curiosidad, sus necesidades de movimiento, su cuerpo, sus emociones, su creatividad, su dimensión afectiva... 

Tenemos que cambiar la educación para cambiar el mundo, como dicen Claudio Naranjo y Eduard Punset. Educar a cada niño respetando su individualidad y cuidando lo que le hace único e irrepetible. Dejar de exigir disciplina y uniformidad en detrimento de la curiosidad, del placer, de la inteligencia, de la diversión, de la creatividad, de la pasión, de la espontaneidad, de la alegría y de la libertad. 

Recuperar el prestigio de los oficios; estimular la creatividad, la artesanía y los trabajos que nos acercan a la tierra, al agua, al fuego y a la materia; dejar de producir en masa graduados universitarios directos al paro y a la frustración; cambiar el sistema de valores, y darle más prestigio social y remuneración económica a los trabajos que nos acercan a la tierra y que cuidan y protegen la vida en todas sus formas. 

Viajar a las emociones, desde la vida intrauterina, desde el momento del nacimiento, desde la primera crianza con lactancia, apego, colecho, porteo; desde una escolarización alegre, motivadora e inspiradora, que permita que la avidez por el conocimiento nazca desde adentro del niño, y no como una losa que lo aplasta y lo obliga a permanecer en silencio desde lo alto de un atril. 

El sistema educativo de 30 niños encerrados por aula, ocho o más horas diarias, con una familia ausente durante todo el día, hace aguas por todas partes. Escuelas y familias, sociedad en su conjunto, tenemos un gran reto para mejorar la crianza y la educación, desde el amor y la libertad.  Las familias, mientras trabajamos todo el día, exigimos cada vez más de las escuelas, y las escuelas no pueden ofrecer lo que la familia no es capaz de dar. Y en medio, los niños, desorientados, violentos, emocionalmente dañados

Ante esa perspectiva, y mientras el sistema educativo no responda a los cambios que el siglo XXI necesita y merece, educar en casa me parece una opción totalmente válida. 

Hay quien piensa que educar en casa es una opción de ultrarreligiosos o ultraderechistas, o de ricachones que pueden permitirse preceptores a domicilio; otros que es una opción de "hippies" alternativos y medio locos... parece que los extremos del espectro político se tocan, en este caso, en la defensa de la libertad. O quizás, y es lo que pienso, el espectro político -mediocre, centrista y populista- no nos sirve ya para comprender la realidad, y mucho menos para transformarla. 

Familias de muy diverso tipo, aunque pocas, eligen esta opción, y las que yo he conocido a través de la red, me parecen familias muy CONSCIENTES, que saben muy bien lo que están haciendo, con madres y padres formados y comprometidos con una verdadera educación integral de sus hijos, que aúnan un gran nivel intelectual con la capacidad afectiva y emocional de permanecer junto a los niños, que como todos los nadadores contra-corriente se ven obligados a demostrar lo que a otros se les da por supuesto, y por tanto, incluso obligados a hacerlo mejor que nadie. 

Está claro que las autoridades políticas deben velar la diferencia entre aquellas familias que educan en casa, y las que no educan en absoluto o abandonan a sus hijos, pero creo que eso es algo que cualquier trabajador social distingue a simple vista. 

No todas las familias nos sentimos aptas para ofrecer esa calidad educativa a tiempo completo, sin echar mano de otros agentes sociales, pero aquellos que tengan los recursos materiales, intelectuales y emocionales para hacerlo, lejos de ser juzgados o prohibidos, deberían ser respetados y apoyados. 

Educar en casa es un derecho que existe en otros países del mundo, y que en España debería regularse, e incluso incentivarse, de modos que las propias familias que decidan hacerlo, puedan con mayor facilidad establecer redes entre sí, compartir recursos, formación y actividades. De ese modo, ahorraríamos recursos al Estado, garantizaríamos redes socializadoras de familias que educan entre sí, y los niños podrían disfrutar de una educación intelectualmente más personalizada y emocionalmente más sustentadora. 

La libertad de opciones es siempre enriquecedora para la sociedad. Defendamos el arcoiris de opciones frente a la uniformidad grisácea. Defendamos la calidad humana y la pasión vital, donde quiera que la haya.  

__________________________________________________
Algunos blogs de familias que educan en casa:


8 comentarios:

  1. Muchas gracias por tu apoyo, ciertamente estamos todos revolucinados...y no es para menos, aunque pienso que nada malo va a pasar, al fin y al cabo tenemos razón. Tal vez todo esto sirva para que de una vez por todas se regularice y normalice esta opción educativa.
    Y si no como decía el otro día José Carlos Rodriguez:
    "la última libertad que poseemos todos es la de obviar al Estado, declararnos en rebeldía frente a sus normas injustas y organizar nuestra vida como la entendamos. Y estamos hablando de nuestros hijos y nuestro modo de educarles, de modo que sí, es nuestra vida y nadie tiene derecho a decidir sobre ella, aparte de nosotros"

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. También te doy gracias. Qué análisis tan bonito has hecho. Es cierto que la riqueza de opciones nos hace mejores, y que hay que mejorar la educación, cuenta con nosotros. Los que no mandamos a niños al colegio no somos antiescuela. Podremos ser críticos y exponer los problemas de las escuelas, pero nos agrada que haya buenos centros, maestros, y estudiantes felices.
    Muchas de las cosas que hacemos pueden inspirar a las escuelas, y muchas cosas que se hacen en las escuelas nos inspiran igualmente.
    Como dices, la regularización o reconocimiento les quitaría el miedo y amenaza a muchas familias, y abriría un diálogo interesante, además de promover sus relaciones y ayudarlas en esta opción no tan común.
    Como cuando dí pecho, mis amigas que también lo hicieron y la liga de la leche en Houston, y un curso y contacto con una persona que sabía de lactancia, me ayudaron a darle el pecho a mis dos hijas aunque aquí como en muchos lugares, la lactancia, partos en casa, etc, están también no muy apoyados y mal vistos.

    ResponderEliminar
  3. Paloma!!!! Qué alegría encontrarte por aquí!!!
    No puedo dejar pasar la oportunidad de enviarte un grandísimo abrazo!!!!

    Gracias a ti, Silvia. Efectivamente, se trata de que todos podamos enriquecernos mutuamente!!!

    Un abrazo a las dos, y mucha suerte!!!!

    ResponderEliminar
  4. Otro post magistral, genial, ¿qué puedo añadir? Tú ya lo has dicho todo, y a la perfección. Suscribo hasta la última coma de este post.

    besos

    ResponderEliminar
  5. Ileana, muchas gracias por compartir esta noticia. Yo aún no soy padre pero espero algún día hacerlo. Quiero educar a mis hijos en casa y crear un ambiente donde puedan aprender guiados por su curiosidad e interés por lo que les apasiona. No quiero un currículum que les diga que es importante y que no lo es.

    Vivo en Chile y lo que te describo aún no es tema de interés público. Pero algún día lo será como hoy en España.

    Espero que no suceda lo mismo, porque en verdad me entristece que lo que una familia crea que es mejor sea desechado por el Estado.

    Muchos saludos y también gracias por comentar en mi blog.

    ResponderEliminar
  6. Suelo seguir tu blog, me encanta y me siento identificada muchas veces con tus opiniones. Creo que has hecho un análisis magistral de hacía donde deben cambiar las escuelas. Yo soy formadora de docentes en la Universidad y es lo que intento enseñarles cada día a mis estudiantes para que cuando lleguen a las escuelas intenten ponerlo en práctica. Sin embargo, mi hijo, como la tuya, irá a una escuela pública. Y no es porque no me sienta capaz de educarlo en casa, que me siento muy capaz. Sino porque quiero que mi hijo conozca el mundo tal como es, que comparta con niños y niñas que no tienen la suerte que tiene él, que tienen familias que no tienen los mismos recursos para proporcionar una crianza amorosa, que vienen de otros países y otras culturas. Y no quiero privar a esos otros niños y niñas de estar con mi hijo, de que vean que hay otras familias donde se trata a los niños y a las niñas con respeto, amor y libertad. Es una pena que las familias que criamos así tendamos a aislarnos y a no dar ejemplo vivo conviviendo con otros estilos de crianza en la escuela pública. Y, además, quiero cambiar la escuela pública para que sea como dices tú, no sólo como formadora de docentes, sino también como madre. No me pienso rendir y educar a mi hijo en casa. Tengo que estar en la escuela pública y presionar para que cambie para todos los niños y las niñas, pues la mayoría de las familias que están en ellas no tendrán los recursos para hacerlo. Gracias por tu blog.

    ResponderEliminar
  7. Muchísimas gracias, Mª José, por esta aportación tan buena.
    Ojalá sea cierto y la formación de los pedagogos y futuros maestros empiece a cambiar, a ver si construimos otro tipo de escuela.
    Un abrazo grande, y gracias por seguirme y por dejar tu comentario!!!!

    ResponderEliminar
  8. Ileana, muchas gracias por tu bonita reflexión, ojalá todos pudiéramos arrimar el hombro para transformar esta sociedad, que a fin de cuentas es la primera piedra para transformar la escuela, también los que educamos fuera de ella.

    Un besiño muy grande.

    (te dejo el enlace a mi blog familiar: http://dalleuncolinho.blogspot.com/)

    ResponderEliminar