12 de enero de 2011

La perfección de los bebés



La perfección de los bebés


¡Qué perfecta era usted cuando era bebé! Los bebés no tienen  que hacer nada para ser perfectos; ya lo son, y actúan como si lo supieran. Saben que son el centro del universo. No tienen miedo de reclamar lo que quieren. Expresan libremente sus emociones. Uno sabe cuándo un bebé está enojado, y además lo sabe todo el vecindario. También se sabe cuándo están contentos, con esa sonrisa que ilumina toda la habitación. Los bebés están llenos de amor.

Los más pequeñitos pueden morirse por falta de amor. Cuando ya somos mayores, aprendemos a vivir sin amor, pero los bebés son incapaces de resistirlo. Además, aman todo su cuerpo, incluso sus propias heces. Tienen una entereza increíble.

Usted ha sido así; todos hemos sido así. Después empezamos a escuchar a los adultos que nos rodeaban, que habían aprendido a tener miedo, y empezamos a negar nuestra magnificencia.

Yo nunca me lo creo cuando los clientes intentan convencerme de lo terribles y poco dignos de amor que son. Mi trabajo consiste en devolverlos a aquella época en que realmente sabían amarse a sí mismos.

(...)

Véase a sí mismo como a un niño

Si pusiéramos a un niño de tres años en medio de la habitación y empezáramos a gritarle, diciéndole que es un estúpido, incapaz de hacer nada bien, que debe hacer esto y hacer lo otro, que se fije en los desastres que provoca, y de paso le diéramos algún que otro golpe, al final tendríamos a un chiquillo asustado que se sienta obedientemente en un rincón, o un rebelde que destroza cuanto tiene a su alcance. El niño mostraría uno de estos dos comportamientos, pero jamás llegaríamos a saber qué potencial tenía.

Si al mismo niño le decimos cuánto lo queremos y cuánto nos importa, que nos encanta el aspecto que tiene y que es simpático e inteligente, que nos gusta su manera de hacer las cosas y que está bien que cometa errores mientras aprende, y que estaremos siempre a su lado en cualquier situación... ¡entonces el potencial que muestre ese niño nos dejará alucinados!

Todos llevamos dentro un niño de tres años, y con frecuencia nos pasamos  la mayor parte del tiempo gritándole, como mismo hicieron con nosotros. Y después nos preguntamos por qué nuestra vida es como es.

Si tuviera usted una amiga que siempre lo criticara ¿querría estar cerca de ella? Quizá de niño lo trataron así, es una pena, pero eso fue hace mucho tiempo, y si ahora es usted quien opta por tratarse de la misma manera, es más triste aún.

De modo que ahora tenemos ante nosotros una lista de mensajes negativos que oíamos de niños. ¿Qué correspondencia hay entre esa lista y lo que siente que está mal en usted? ¿Son casi iguales? Probablemente sí.

Como base del guión de nuestra vida usamos aquellos primeros mensajes. Todos somos niñitos buenos y aceptamos obedientemente lo que "ellos" nos dicen que es verdad. Sería muy fácil limitarnos a culpar a nuestros padres y a ser víctimas durante el resto de nuestra vida, pero no sería muy divertido... y ciertamente, no nos sacaría del atolladero.

(...)


Cuando somos muy pequeños aprendemos a sentirnos con nosotros mismos y con la vida según las reacciones de los adultos que nos rodean

Es así como aprendimos lo que ahora pensamos de nosotros y de nuestro mundo. Es decir, que si ha vivido usted con personas muy desdichadas o asustadas, o culpables o coléricas, habrá aprendido muchas cosas negativas sobre usted y sobre su mundo.
-Nunca hago nada bien... es por mi culpa... si me enfado soy una mala persona...
Esta clase de creencias generan una vida de frustración.

Cuando crecemos tenemos tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia

Es algo que no está bien ni mal; simplemente se trata de lo que por dentro sabemos que es un "hogar". También tendemos a recrear la relación que tuvimos con nuestra madre o con nuestro padre, o la que ellos tenían entre sí. Piense con cuánta frecuencia ha tenido una amante o un jefe que era el "retrato" de su madre o de su padre.

Nos tratamos a nosotros mismos tal como nos trataban nuestros padres. Nos regañamos y nos castigamos de la misma manera. Si escucha, casi podrá oír las mismas palabras. Además nos amamos y nos animamos de la misma forma, si cuando éramos pequeños nos amaban y animaban.

-Nunca haces nada bien, es por culpa tuya... ¿Cuántas veces se ha dicho usted a sí misma: "eres maravillosa, te amo" ¿Cuántas veces se dice usted esas palabras?

Sin embargo, yo no echaría la culpa a nuestros padres

Somos todos víctimas de víctimas, y ellos no podían de ninguna manera enseñarnos algo que no sabían. Si su madre no sabía amarse a sí misma, ni su padre tampoco, era imposible que le enseñaran a usted a amarse a sí mismo; estaban haciendo todo lo que podían con lo que a su vez les habían enseñado a ellos de pequeños. Si quiere usted entender mejor a sus padres, hágales hablar de su propia niñez; y si lo escucha con compasión, aprenderá de dónde provienen sus miedos y rigideces. Las personas que le hicieron a usted "todo aquello" estaban tan asustadas y temerosas como usted.

(...)

Louise L. Hay, fragmentos de su libro Usted puede sanar su vida, Ediciones Urano, 31ª edición. Edición Original: You can heal your life, 1984.

10 comentarios:

  1. Ay, Ile... qué cuerda más profunda toca esto...

    El último párrafo he intentado hacérselo ver a una persona muy especial para mi, pero está demasiado enfadada para verlo. Está bien reconocer lo que nuestros padres hicieron mal con nosotros, así como lo que hicieron bien. Nosotros deberíamos agradecer lo mismo en un futuro. Pero no juzgar y sentenciar. Nuestros padres quizá no fueron ni parecido a perfectos, pero nosotros tampoco vamos a serlo. Por mucho empeño que pongamos en 'mejorar', y en 'no repetir errores'. Cometeremos otros. Pasaremos nuestras propias miserias. Y cuánto suspiraremos por la misma comprensión que hoy negamos a otros...

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado, Ileana. Explica muy bien el gran potencial que tenemos todos y cómo lo vamos enterrando.Así se crean los miedos. Tengo ya lista una entrada sobre ello.

    De todas maneras, yo aclararía un poco más el tema de la responsabilidad de nuestros padres...

    La maternidad/paternidad es una oportunidad de conectar con nuestra propia infancia para poder sanarla. Si no hacemos nada y seguimos transmitiendo miedos y traumas a nuestros hijos, entonces, ellos sí que nos lo podrán recriminar cuando sean mayores. No me gusta hablar de culpa, pero sí de responsabilidad

    Está claro que nuestros padres tuvieron sus infancias y sus traumas. Debemos comprenderlos y compadecerles, pero también es cierto adquirieron una gran responsabilidad cuando tuvieron hijos.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Totalmente de acuerdo con los dos, Ile y Ramón.

    No, no. Si se me entendió eso, no era lo que quería decir. Yo tampoco hablo de 'perdonar porque son nuestros padres' y punto. Y hay situaciones y situaciones. Hay situaciones leves, graves y otras que son delito. Y no se pueden meter todas en el mismo saco. Y me es difícil de imaginar, porque no me he visto en el caso, pero imagino que hay cosas que de ninguna manera se pueden perdonar ni olvidar.

    Pero para los traumas que no son constitutivos de delito, al menos, creo que esa capacidad de comprensión de las circunstancias del otro, (especialmente de sus infancias) QUE NO LE DISCULPA NI JUSTIFICA, es vital. Es muy difícil que padres que han sido huérfanos (reales o emocionales), padres que han sido abandonados o alejados de sus propios padres,etc puedan tener las mismas herramientas emocionales para la crianza que quienes han tenido un ambiente más favorable. ¿Qué es responsabilidad de cada uno superarlo para ser el mejor padre posible? Pues sí, claro, pero es difícil imitar lo que nunca has visto :S

    ResponderEliminar
  4. Ile, veo que estamos de acuerdo en muchas cosas.

    Parte de todo el proceso de la terapia es dejar salir la rabia que tengamos acumulada y que proyectamos sobre otros o sobre nosotros mismos.

    Una vez sacada, procesada y entendida toda la rabia, nos damos cuenta de que no merece la pena seguir guardando rencor y entonces llegamos a la compasión o al perdón verdadero (no al bobo y ñoño que nos inculcan). Es una idea del perdón más cercana al budismo que al cristianismo.
    Después de esto, la relación con nuestros padres cambiará. Podremos seguir en contacto con ellos o, algunos necesitarán poner distancia, pero lo que sí es seguro es que ya será una relación sana y de adulto a adulto. Ya no será una relación de sometimiento.

    Y sobre Louise L. Hay... dice cosas muy bonitas y sanadoras que ya sabíamos desde hace milenios. Imagino que necesitamos que nos las repitan. Pero siempre me da un poco de yuyu cuando un “gurú” o terapeuta ha pasado tanto por el quirófano que ya no se reconoce a ella misma. Algo no me cuadra.

    ResponderEliminar
  5. Este libro es un best-seller new age que a mí no se me había ocurrido comprar, pero cuando lo vi citado por Christiane Northrup me llamó la atención, y decidí leerlo.

    Aunque hay cosas con las que no concuerdo o que me parecen superficiales(como en todos los libros, es difícil estar 100% de acuerdo con alguien ¿verdad? y tampoco es necesario) me sorprendió este enfoque "correctísimo" acerca de la infancia.

    Caro, Ramón: creo que ahí está uno de los puntos críticos fundamentales: ¿perdonar o no perdonar a nuestros padres?

    Está claro que lo primero, a lo que casi nadie se atreve es a "darse cuenta" de cómo sus problemas vienen todos de la infancia, y de ese entorno emocional en que se criaron.

    Una vez ahí, yo estoy con Alice Miller en que debemos permitirnos el enfado. Hay gente, Caro, que necesita sacar toda esa rabia que lleva dentro. Que necesita incluso alejarse de su familia, o dejarles de hablar, para poder comenzar a sanar.

    Porque hay relaciones padre-hijos verdaderamente patológicas, basadas en el dominio, el chantaje y la dependencia emocional y económica; y como a los padres no vamos a poder cambiarlos ya viejos, muchas veces esas personas van a necesitar tomar distancia.

    Porque la comprensión INTELECTUAL de que nuestros padres fueron a la vez víctimas de los suyos y de su época, nos ayuda a comprenderlos a nivel "RACIONAL", pero no evita los sentimientos de rabia y frustración que podamos tener.

    De todos modos, también pienso, Ramón, no sé qué opinas tú, que el resultado final final de todo ese proceso de sanación, tendría que ser la posibilidad de sacar de nosotros toda rabia o rencor contra cualquiera, incluidos nuestros padres. Porque mientras sintamos esa necesidad de "odiar" no habremos integrado del todo nuestra sombra.

    Pero eso no debe confundirse con el perdón bobo y facilón que piden la mayoría de los terapeutas. Creo que debe ser un proceso largo y bien trabajado, que sane realmente, no que tape las heridas, y es posible que ese proceso tome toda la vida, y que la mayoría nos quedemos a la mitad.

    Un abrazo grande a los dos!!!

    ResponderEliminar
  6. Bueno, borré el mensaje anterior y lo volví a publicar, pero cayó detrás de los vuestros.

    Caro, el problema es que el PERDÓN no lo necesita la persona perdonada, lo necesita el que perdona (en este caso, que no estamos hablando de la pena de muerte).

    O sea, que uno finalmente pueda perdonar es necesario para la sanación emocional y física de uno mismo, no para nuestros padres, al fin y al cabo.

    Y sí, veo que estamos de acuerdo, Ramón :-) Me reconforta, porque eres un sabio ;-)

    ¡E ignoraba las cirugías estéticas que se hace la tipa! jajaja... No conocía su obra ni al personaje, sabía que existía, pero nunca había leído nada de ella. De todos modos, la historia de su infancia es tan brutal, que admira que haya podido llegar a donde ha llegado (a nivel interior, me refiero).

    Besos!!!

    ResponderEliminar
  7. Hola lind@s...
    Ya sabrán que algunos teóricos se sitúan en el polo del perdón a los padres, para poder reparar y otros en el polo del no perdón, de incluso cortar con ellos.
    Bien, posiciones....
    A mi me da igual, he tenido pacientes que perdonan y otros que no y se alejan...por lo que creo que ambas posiciones son válidas.
    ¿Por qué hay que eliminar la rabia?
    No sentir rabia, es bueno?
    Claro, la rabia, ira, miedo, etc son emociones nada de agradables, pero si las sentimos, qué?
    Si de vez en cuando algo, me recuerda la rabia que le he tenido a mi madre y vuelvo a sentirla, igual o con menor intensidad?
    Qué pasa si el paciente, la amiga, sienten rabia?
    Qué hacemos con la rabia?
    Un abrazo
    leslie Power

    ResponderEliminar
  8. Por casualidad el libro del que hablas es "Usted puede sanar su vida"? Lo encontré un día en mi piso de Madrid, era de mi amiga y me sentó como una bofetada para despertar, fue uno de esos libros q te llegan en el momento adecuado, le tengo gran estima. Si es este no sabía q era un best-seller, probablemente lo habría desechado! menos mal, jejeje.

    Besitos!

    ResponderEliminar
  9. Al final se publicó! por cierto, no sé poner mi nombre al publicar el comentario pero ya sabes quién soy, aprovecho para corregir el "probablemente lo habría rechazado" por "probablemente lo hubiese rechazado" jeje.

    ResponderEliminar
  10. Sí, anónim@, es ese mismo, está citado al final. Y sí, es un best-seller, en España va por la 31 edición!!!

    Sí, Leslie, yo también creo que las dos cosas están bien, en el sentido de que hasta donde uno pueda avanzar siempre está bien.

    Sobre la rabia, la ira y todo eso, es muy difícil o casi imposible desprenderse de ellas.. "ser todo amor" como dicen los místicos. Además también cumplen su función, pero me refiero a "sanar" esa rabia dolorosa que te hiere, que te impide avanzar, que te enferma.

    ResponderEliminar