31 de enero de 2011

Sobre el origen del malestar psíquico individual

De Casilda Rodrigáñez Bustos.
Fragmento de La sexualidad y el funcionamiento de la dominación, 2008, pp. 155-159.

(...) El malestar psíquico individual debiera ser contemplado
en paralelo y de manera correlativa al cuestionamiento de la
sociedad en la que vivimos, teniendo en cuenta el impacto de la
represión en el mismo nacimiento, a lo largo de la crianza y durante
toda la vida humana. No hay otro modo de abordar el malestar
individual que el de entender las causas que en última instancia lo
producen: la represión sexual, el desquiciamiento psicosomático
consiguiente, y las relaciones de dominación-sumisión. Porque si
se oscurece y se desvincula el malestar del proceso represivo que
lo origina, y si no se contempla en tanto que secuelas de dicho proceso,
nada podremos hacer por remediarlo.
El bienestar interior se recupera con la reconexión del neocórtex
con las pulsiones corporales, cuando nos ponemos a favor de la
autorregulación orgánica, cuando se reestablece la conexión entre
la conciencia, la epidermis y el mundo visceral, cuando todo el
cuerpo sigue armónicamente el ritmo unísono sinérgico y desarrolla
su capacidad orgástica.
Para evitar la recuperación del acorazamiento establecido a lo
largo de la socialización, se nos oculta lo que realmente nos ocurre
desde que nacemos, y tan sólo reconocemos sus efectos. Si no
sabemos de donde nos vienen los males, difícilmente podremos
remediarlos.
Además, haciendo invisible o descafeinando el proceso represivo
de la socialización, sus consecuencias se pueden atribuir a algún
tipo de fallo individual, del que se nos hace individualmente responsables
o culpables, y que la psicología debe ayudarnos a resolver:
somos las personas las que tenemos que cambiar, madurar,
crecer, alfabetizarnos, controlar nuestras emociones, ser positivas,
desahogarnos, comunicarnos emocionalmente, recolocar las emociones,
etc., para dejar de 'sentirnos mal'. El mundo es maravilloso
y ser felices depende sólo de que 'hagamos los deberes'. Ahora
somos 'culpables' de no hacer los deberes, de no madurar, de no
crecer emocionalmente etc.; hablando en plata, de no retorcernos
las tripas para adaptarnos. Así como siempre, la culpa es de la víctima,
no del Poder que inflige el sufrimiento a la víctima. Con la
culpabilización de la víctima, el proceso represivo se hace invisible
al tiempo que se invisibiliza el Poder y el tipo de sociedad patológica
en el que nos socializamos.
La ocultación de la represión es quizá su aspecto más dañino: el
no saber de las secuelas de la presión y re-presión ejercida desde
afuera, hace posible que nos sintamos culpables del malestar interior
que sufrimos. Si el proceso de represión fuese visible, evidentemente
no nos sentiríamos culpables del malestar interior.
El sentimiento de culpabilidad que subyace en nuestra psique,
es entonces, ante todo, una consecuencia inmediata de la ocultación
de la represión inicial, que es también una ocultación del tipo
de sociedad a la que nos tenemos que adaptar.
La ocultación de la sexualidad y de su represión desde el inicio
de nuestras vidas, es pues imprescindible para que no se descubra
el tipo de sociedad en la que vivimos, y para que la crítica social se
desplace hacia el cuestionamiento de la persona; y entonces, que la
lucha social deje paso al mercado de terapias individuales.
La socialización patológica convierte el mundo en un Estado
terapéutico: ¡Vaya pedazo de mercado que se ha creado para los
expertos de la psicología! ¡La conquista de territorios ya no es
requisito imprescindible para colonizar personas y buscar consumidores!
Porque esta nueva institución de expertos en psicología
tiene la ingente tarea de enseñarnos las maneras de adaptarnos y de
que aguantemos la represión, la sumisión y la dominación; es decir,
de estabilizar la patología apuntalando la construcción psíquica
adecuada (el ego), afinando nuestra capacidad de auto-represión y
de control de nuestra vitalidad, para un mejor manejo y contención
de nuestras pulsiones, de nuestras emociones y demás aspectos
propios de la integridad humana, cuyo desarrollo espontáneo sería
un impedimento para andar por este mundo.
A esta habilidad en este tipo de represión, es lo que algun@s llaman
'educación emocional', o incluso 'inteligencia emocional'. La
'inteligencia emocional' que propugna la psicología adaptativa consiste
en controlar y re-codificar desde el neocórtex las emociones
una vez que han quedado desvinculadas de las pulsiones o impulsos
que han sido inhibidos más o menos inconscientemente.
La codificación falaz de las emociones evidentemente refuerza
su desvinculación con la pulsión corporal y su inhibición. Las
emociones y los sentimientos, vinculados a la pulsión corporal y
reconocidos como tales, nos dan fuerzas para permitir su expansión;
pues el neocortex entonces intervendría a favor en lugar de
en contra de las pulsiones.
Hace años, por mi propia experiencia, llegué a la conclusión de
que no había en este mundo nada más subversivo del orden social,
que ser consecuente con los sentimientos, cuando éstos están
anclados y enraizados en el latido visceral.
Las emociones, en la medida en que originariamente se producen
para acompañar las pulsiones de nuestros sistemas orgánicos,
y para facilitar y contribuir al comportamiento más conveniente
para los cuerpos; es decir, en la medida en que forman
parte de la autorregulación de la vida humana, resultan inconvenientes
para el sistema social represivo, y por eso su producción,
empezando por la misma emoción erótica y terminando por
la cólera y la rabia más profundas, deben ser controladas y re-codificadas.
Así pues, eufemismos aparte, la 'educación emocional' son una
serie de estrategias psicológicas para consolidar los egos, blindar el
sistema de inhibición inconsciente que se va adquiriendo, mantener
desarraigadas las emociones y los sentimientos de sus correspon-
dientes pulsiones viscerales, impedir el restablecimiento de la autorregulación
psicosomática, y hacer que el ser humano se adapte al
acatamiento, cuanto más inconsciente mejor, de la dominación, y a
la aceptación de la sumisión al orden represivo.
Se trata de alcanzar un equilibrio psíquico (un ego) en el que se
borre el anhelo de la capacidad orgástica del cuerpo, en el que las
emociones que se perciben en la conciencia se desconecten, tanto
de las pulsiones corporales como de las relaciones sociales que las
originan, evitando que salgan a la luz las verdaderas causas del
malestar psíquico, y evitando por tanto la rebeldía. Porque a la
conciencia se la puede engañar diciendo que lo bueno es malo y
viceversa; pero el mundo visceral es todopoderoso, y es ciego y
sordo frente a las mentiras, y no le pueden engañar ni arrebatar su
sabiduría filogenética, y siempre sabe lo que es bueno y lo que es
malo para el cuerpo humano. Por eso, el funcionamiento de la
dominación requiere la doble desconexión interna del cuerpo
humano.
La psicología, en tanto que metodología de adaptación al funcionamiento
de la dominación, debe fortalecer las corazas psíquicas
y somáticas que se construyeron en la primera infancia y que
cerraron ciertos sistemas de autorregulación y de in-formación;
porque estas corazas con frecuencia son defectuosas o insuficientes
para contrarrestar las pulsiones vitales que tienden al restablecimiento
de la autorregulación y a la reconexión entre los sistemas,
y a la conciencia de las mismas.
Evidentemente no hay emociones negativas o malas, sino que
todas forman parte de nuestra autorregulación psicosomática; son
sabias y benefactoras y esclarecen lo que verdaderamente nos sucede;
pero también son improcedentes en nuestra sociedad porque
incitan a la rebeldía frente al orden establecido. Como dice Alice
Miller, el cuerpo se rebela contra la represión, y además, nunca
miente (1).
En realidad, si supiéramos la capacidad de autorregulación psicosomática
que tiene nuestro cuerpo, si conociéramos la función de
la sexualidad y del placer en dicha autorregulación, si fuéramos
conscientes de la represión social y corporal, del daño ocasionado
por esta represión, y la masacre que supone nuestra forma de nacer
y de socializarnos, si pudiéramos tener conciencia de nuestras pulsiones
y de nuestra capacidad orgástica, nuestras biografías personales
dejarían de ser un misterio, nuestros cuerpos serían un libro
abierto y entenderíamos lo que nos ocurre. Y cuando entendemos
lo que ocurre, la situación da un giro de 180º.
Sentiríamos la transparencia interior, la vinculación de las emociones
y de los sentimientos con las pulsiones viscerales, una coherencia
interna, y por tanto una actitud hacia lo externo, que desharía
los sentimientos de culpa, liberaría la energía anímica, las 'ganas
de hacer', la pasión por las cosas que nos mueven y nos conmueven;
y esta pasión nos haría de guía para establecer la mejor
conducta, la mejor adaptación posible ante las relaciones sociales.
En cambio, la incomprensión y confusión sobre lo que nos sucede,
y el creernos responsables o culpables de los efectos patológicos
de la represión, es una fuente permanente de desasosiego y
angustia; de hecho es una parte muy importante del malestar psíquico
individual que desaparece cuando recuperamos la percepción
de nuestra integridad psicosomática. Lo 'negativo' no son las
emociones; lo 'negativo' es no entender a qué responden, o creerse
que responden a algún tipo de pecado o de culpa propia, o, como
se dice ahora, a no haber hecho los deberes; culpables como en la
historia de Edipo que se hizo a sí mismo culpable de una tragedia
que habían ocasionado su madre y su padre al condenarle a morir
y al abandonarle."

6 comentarios:

  1. Has hecho una interesante elección de texto.

    Gracias por cooperar.

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  2. Ojala hubiese encontrado a Casilda dos años antes ...

    ¡Me encanta!

    Kxll

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  3. "Porque si se oscurece y se desvincula el malestar del proceso represivo que lo origina, y si no se contempla en tanto que secuelas de dicho proceso, nada podremos hacer por remediarlo" es clave comprender esto porque hoy avanzamos en conocimientos a paso acelerado con la ayuda de internet pero si se OLVIDA u obvia esto que es la base o clave estaremos trabajando en vano. Ileana te agradezco tu trabajo te lo dije anteriormente y te lo repito estas haciendo mucho con este sitio. Hay tantos bueno autores, pero ninguno aporta TANTO y se va a los ORIGENES DE NUESTROS MALES como Casilda, Es imprescindible leer y releer una y otra vez sus libros pues es la única forma de ser CONSCIENTES para parar EL MAL, luego no sublimar como veo que mucha gente está haciendo en su afan y deseo por cambiar las cosas. Un abrazote.

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  4. @Belijerez: Es difícil seleccionar textos de Casilda, porque todo lo que dice tiene mucha miga!

    @Kxll: Te veo avanzando!!! ;-) Nunca es tarde para tropezarse con Casilda, y menos aún, para plantearnos re-conectar con nosotros mismos. Un saludo!

    @Marisol: Creo que exageras con respecto al impacto que puede tener este sitio, jejeje... pero bueno, si a alguien le sirve como "puerta" para asomarse a alguna parte de sí mismo, ya es bastante.

    Un abrazo a todas, muchas gracias!

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  5. Y yo a ti!

    No en serio , lo de la leche , lo de los sentimientos me gusta .Pero también me gusta la competitividad , la guerra...lo lineal.

    Yo busco una armonía.Desde luego no estoy de acuerdo en que deba de provenir todo de la madre, creo que debe de provenir de quién AME.

    Sigo sin estar de acuerdo con el tema del padre.A lo mejor es que tengo una pareja ¿femenina?con pene.También he visto en otras webs que censuraban a usuarias que defendían la crianza natural con corresponsabilidad.Tambien apoyo el sacaleches.

    Digamos que a mis 19 seré de la siguiente generación .

    Por cierto Enrique te hizo caso y creo su propio blog.http://educacion-enrique.blogspot.com/
    Kxll

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  6. Que con 19 años te estés planteando todo esto es una maravilla.
    Adelante! Un abrazo!

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