11 de noviembre de 2011

Ecología y feminismo

Por Ileana Medina Hernández




(El lugar donde el feminismo y la ecología institucionales pueden encontrarse)

"En la actualidad, además de poder optar libremente a la maternidad, 
es necesario recuperarla, dignificarla y restituirla a la Humanidad"
María Jesús  Blázquez

El eco-feminismo no puede ser la unión chapucera de cualquier ecología con cualquier feminismo: sólo puede ser la comprensión coherente de nuestra condición mamífera, y las consecuencias que de ello se deriva.

El encuentro entre la ecología y el feminismo se produce, de modo personal y sangrante, o de modo universal y sanador, sobre todo en la maternidad, en nuestros cuerpos, en nuestros úteros, en nuestros partos, en nuestras lactancias, en nuestros bebés...

Ahí es donde empieza y se reproduce todo. Donde se transmite de una generación a otra la desconexión emocional que caracteriza al patriarcado.

Y es desde ahí donde podemos, desde el empoderamiento femenino, incluir a toda la humanidad: nuestros hijos. Sanando la crianza des-amorosa y anti-mamífera de la que provenimos.

Como mujeres, cuando elegimos ser madres, todo el dilema filosófico entre la naturaleza y la cultura se nos viene encima.

Como seres humanos (hombres y mujeres) necesitamos incluir a los bebés, a los bebés que fuimos y seremos todos, en cualquier proyecto humanista, ecologista, feminista o progresista.

¿Se puede ser ecologista y no hablar de la ecología del nacimiento humano, de la primera ecología que experimentamos en nuestra vida, de nuestro primer hábitat: el cuerpo materno? ¿No hablar de la necesidad de que los hombres y las mujeres sostengamos, desde el respeto, el acompañamiento y el cuidado, la crianza mamífera de nuestros bebés? ¿Podemos construirnos como ecologistas institucionalizando como primer alimento de nuestra vida un bote de leche de vacas explotadas, convertido en polvo industrializado, chupando trozos de plástico? ¿Podemos aprender a cuidar, a cuidar la vida en todas sus formas, si primero no somos cuidados, amados, en el entorno mamífero y amoroso que merecemos? Entorno que no hemos conocido en más de dos mil años de civilización violenta, entorno que parte de la violencia primaria: la de los padres y madres sobre sus propios hijos.

¿Podemos declararnos "feministas" y dejar afuera nuestros úteros, nuestros embarazos, nuestros partos, nuestros puerperios, nuestras tetas, nuestros órganos reproductivos y su funcionamiento?

Mientras para el feminismo institucional la maternidad, la lactancia, el cuidado (y nuestros bebés) sea una cosa de la cual "liberarnos", una "carga" a repartir... no habremos encontrado el centro, nuestro centro.

La ética del cuidado, concepto manejado por el ecofeminismo, me parece el concepto adecuado para trabajar en el siglo XXI, pero no desde la actitud de que el cuidado se reparta entre todos como una "carga", sino reivindicando para sí, para nos, el cuidado como un privilegio, un goce, un placer... como el lugar AMOROSO en el cual todos nos sentimos bien, dándolo y recibiéndolo.

¿No será entonces de AMOR de lo que tenemos que hablar cuando hablamos de humanismo, de ecologismo, de feminismo, de cuidado? Quitarle al amor esa connotación cursi, romántica o mística, y dejarnos de eufemismos, para comenzar a hablar de las formas tangibles del amor: las conductas cotidianas. Toda ética es en el fondo una forma social del amor, una conducta amorosa socialmente codificada. Si hablamos de ética y de cuidado, ¿no estamos hablando de amor? No del amor que sentimos en nuestros pechos, sino del amor que ofrecemos a los otros a través de nuestros actos. 

El cuidado, para que funcione desde el único lugar posible, desde nuestras entrañas, nos exige salirnos de la ética del deber, del sacrificio, y entrar en el terreno de los placeres, de la sexualidad, de las emociones. 

Estaríamos hablando de salirnos de un marco civilizatorio construido sobre el concepto de DEBER (la conducta modelada desde afuera, desde el mandato, desde la dominación, desde el poder...) para construir otro sobre el concepto de PLACER, empatía, sentimientos, amor. Es a eso a lo que muchos llaman "cambio de era". Solo desde ahí se vislumbra la LIBERTAD y la dignidad humana, y solo desde ahí se sana la herida, el malestar entre la naturaleza y la cultura, entre lo biológico y lo social, entre lo femenino y lo masculino, entre las clases sociales, entre los dominantes y los dominados.

Cada mujer individual elige ser o no ser madre, o ejercer la maternidad desde su lugar personal, el único modo en que puede ejercerse. Pero el problema (el problema de la sociedad patriarcal con mayúsculas) sangra cuando la mayoría de las mujeres devenimos madres y andamos desconectadas de (nuestra) la naturaleza, porque esa desconexión trasciende más allá de nosotras mismas, y perpetúa el status quo. 

Un bebé solo puede ser cuidado desde el DESEO. No desde el deber. Nunca estaremos seguros dejando a un bebé en manos de alguien que lo cuida por deber, y no por empatía, con amor... Es pues, volviendo la mirada hacia el bebé humano, donde podemos encontrar el punto de contacto entre humanistas, feministas, ecologistas y todos los ---istas... dándonos cuenta de dónde se inicia y se reproduce generación tras generación la ruptura, la imposición de la fuerza, el condicionamiento, la rendición ante la voluntad del más fuerte, el modelado conductual, la negación del DESEO... rompiéndonos la sinergia amorosa, la capacidad para actuar con los otros desde el lugar amoroso y placentero para ambos. 

Para sentirnos bien cuidando a otros, a nuestros hijos, a los seres vivos, a la naturaleza, al universo que nos rodea, (solo es posible un cuidado verdadero cuando es amoroso, sentido, empático, cuando es ENTREGA) tenemos primero que haber sido cuidados amorosa y empáticamente en nuestra infancia. 

Y es esa espiral de desamparo emocional, de desamor, la que intentamos sanar. ¿Cómo? 

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Bibliografía:




La represión del deseo materno..., por Casilda Rodrigáñez

Ecofeminismo y lactancia, por María de Jesús Blázquez

¿Es la lactancia compatible con el feminismo?Por Claude-Suzanne Didierjean-Jouveau

Feminismo y maternidad, entrevista a Yvonne Knibiehler

Lactancia materna: un asunto feminista, por Penny Van Esteryk, para WABA. 

"Transformar la ciudadanía en cuidadanía", entrevista a Isabel Aler

3 comentarios:

  1. Hola, que buena redacción, me encanto y luego con tu permiso me la llevo al face.

    Preguntas "Como intentar sanarnos? .. no conozco nada mas grande que la compasión, No tiene nada que ver con compadecerse, compadecerse es sufrir igual que la persona que siente, ira, tristeza, revuelta... La compasión no es una emoción. Sería más bien una actitud que nos lleva a ser sensibles al sufrimiento de alguien mientras vivimos emociones diferentes, elevado a las emociones de la persona que sufre. No quiere decir que no se sienta nada, si claro que se siente pero de otra forma, positiva con un amor incondicional para poder ayudar con eficiencia. Hay que distinguir la compasión y saber identificar. En la identificacion no nos metemos en el lugar del otro ni reaccionamos como si fuéramos ellos.
    También hay diferencia entre empatía y compasión...

    Por lo tanto yo siempre creo en la felicidad a nivel individual, en el plano familiar, a nivel de la comunidad, nacional o de forma global, pero al final siempre esta relacionado con la bondad y la compasión.
    Somos siete mil millones de individuos, con respecto a las generaciones futuras tengo una gran preocupación y opino que es responsabilidad de todos, porque nosotros somos uno de ellos, si los siete millones de personas tienen una vida feliz nosotros como individuos tendremos también una vida feliz con certeza. Si se enfrentan a mas crisis, un individuo solo, por menos éxito que tenga sufrirá finalmente.
    La compasión como semilla de esperanza que ayude a mundo feliz, a un futuro feliz y que millones de personas se beneficien en particular los niños, las jóvenes generaciones son el pilar fundamental de la esperanza.. Nuestra generación a causado muchos problemas que están por resolver y es ahora que la generacion de nuestros hijos, la generación del siglo XXI, tiene la gran tarea de solucionar estos conflictos. En tanto que Madre, la compasión infinita, la compasión ilimitada, la compasión imparcial merece todo ser viviente, no conozco a ningun ser viviente que no desee lo contrario" nadie quiere sufrir ( es igual para los animales) todos quieren ser feliz. Pieso que nadie quiere el dolor y el sufrimiento ( salvo que se sea masoquista, entones mejor consultar!)ellos tienen el derecho de superar el sufrimiento ellos tienen el derecho de alcanzar la felicidad. basado en este tipo de toma de conciencia nace el sentimiento de preocupación genuina, la compasión genuina, aquí no hay apego.

    Silvana

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  2. No concibo una manera de amar que no incluya el cuidado. Solemos comenzar nuestras relaciones personales desde la necesidad (de niños no satisfechos). Después creamos relaciones de parejas codependientes y condicionadas. Y, después, con un poco de suerte, comenzamos a madurar. Para muchas, la maternidad ha sido el aldabonazo, la señal que nos lanzó al ruedo. Cuando se comienza a amar de verdad nos encontramos con que es una actitud. Entonces es cuando comienzas a amar a la vida, al Planeta, al otro, al aire. Entonces hay una manera de estar y ser que emerge de forma natural. No a través del intelecto, sino de emociones más elevadas que no implican amar para que me den, sino amar porque puedo hacerlo. Ya no se pide nada a cambio. Solo se da y se cuida. Y es, no lo racional, sino lo sensato!

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  3. Entrevista a la catedrática de Ética Victoria Camps en la revista TELVA febrero 2013

    ¿POR QUÉ EL CUIDADO A LOS PADRES Y A LOS HIJOS SIGUE SIENDO EN SU MAYOR PARTE EXCLUSIVAMENTE FEMENINO?
    Hay un valor muy importante que puso en marcha una filósofa estadounidense, Carol Guilligan, q es le ática del cuidado. Ella dice que el valor del cuidado es tan iportante como el de la justicia. La sociedad necesita que las personas que requieren cuidados, los tengan y estamos hablando de infancia, de enfermos y de mayores. Todo el mundo, y no solo las mujeres, debería asumir el cuidado como una obligación respecto a los demás.

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    pero me temo q ellas hablan de obligación-sacrificio social, y no de amor y entrega voluntaria y enriquecedora. Lo importante sigue siendo "lo que hay fuera de casa" y del cuidado

    Saludos alternativos

    MMar

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