3 de noviembre de 2011

Los sistemas sociales controlados por el macho se vuelven adversos a la vida

Por Ileana Medina Hernández

(Una reflexión políticamente incorrecta, todavía más :-)


“El Homo sapiens es el primate más violento del planeta 
contra la hembra de su misma especie y contra sus propias crías”
James Prescott

Los sistemas sociales diseñados y dominados por el macho -y también por la hembra patriarcalizada, acorazada, frígida o dominada, aniquilada- pierden la sutileza del cuidado, el amor, la sensibilidad y la magia de la vida, que tiene su momento crítico en la gestación, el parto, el cuidado de las crías, la sexualidad y la emoción.  

Se vuelven adversos a la vida.

El macho dominante (léase también la hembra patriarcal, que somos muchas o todas en algún grado) no puede verter su conducta depredadora, hasta el punto de interferir en la forma de concebir, de gestar, de nacer, de parir, y de alimentar y cuidar sus propias crías, porque la esencia de la vida se pierde. En esa fase primal es donde desarrollamos nuestro sistema emocional, donde adquirimos la capacidad de amar y cuidar a los otros. Lo que somos, pensamos y hacemos cuando estamos ante un bebé, un niño, un anciano, un enfermo o una persona más "débil" que nosotros nos define, como personas y como sociedad.

Cuando las  hembras sometemos nuestra sexualidad, nuestro sistema reproductivo, nuestros ciclos, nuestros bebés, nuestros procesos vitales... a un orden social (ecónomico, político, científico, industrial, sanitario...) diseñado por unos seres ni mejores ni peores -solo que lo desconocen porque no gestan paren ni amamamantan (ni funcionan desde la empatía y el respeto con la que funcionarían si hubieran sido suficientemente maternados), que muchas veces han ido y van más allá y nos oprimen, reprimen y violentan- perdemos la calidad de la vida en sus inicios, y ponemos en situación de violencia, en peligro de muerte y de extinción a toda la raza humana.

En los sistemas sociales diseñados y dominados por el varón, han ocurrido históricamente dos cosas: o se tienen una cantidad de hijos desproporcionados al cuidado que podemos dispensarles (cuando la hembra aniquilada pierde todo poder sobre sus ciclos y su cuerpo); o disminuye la fertilidad y la natalidad hasta límites de envejecimiento poblacional peligroso (cuando la hembra se inserta acritícamente en el mundo productivo y competitivo masculino, que no tiene lugar para los afectos, la reproducción, el tempo de la maternidad). En ambos casos, las hembras nos desconectamos de nuestros cuerpos, de nuestro sistema reproductor, de nuestra sexualidad, de nuestros úteros, de nuestros pechos, de nuestros ciclos vitales, de nuestra capacidad maternante... en una sociedad hecha y diseñada según patrones masculinos y adultocéntricos reduccionistas.

Por eso, las mujeres (y los hombres que son nuestros hijos, gestados, nacidos y criados todos -ellos y nosotras- en violencia y desamparo emocional) contaminamos, destruimos los ecosistemas, se extinguen las especies, perdemos las ganas y la capacidad de amamantar, de prodigar amor,  de cuidar, de empatía, de cooperación mutua, y nos constituimos como seres egoicos y patriarcalizados que solo nos sentimos importantes en lo externo, en la competencia, en el triunfo sobre el otro y en la guerra. O por el contrario, nos vemos condenados a la miseria y la desgracia.

En este pequeño lapso de 2000 ó 3000 años, la civilización patriarcal ha ido construyendo una línea invertida, suicida (inversamente proporcional al "progreso" técnico) a punto de autodestruirnos y de destruir la Tierra, si no hacemos algo antes.

Si queremos recuperar o reconstruir la capacidad de cuidarnos los unos a los otros, de amarnos, y con ella, la capacidad de cuidar del planeta, de la naturaleza, de la vida que nos rodea en todas sus formas, tenemos que recuperar la conexión con nuestros úteros, con la oxitocina, con el parto poderoso y libre, con nuestra leche, con nuestros bebés, con nuestros niños, con la niñ@ que fuimos, de manera que los machos y nosotras mismas (re)construyamos la sensibilidad, la integridad cuerpo/mente, el equilibrio masculino/femenino, y podamos así retomar el rumbo, hacia la ética del cuidado, hacia las emociones y los afectos, hacia el amor, hacia la bondad de la condición mamífera primate (teteadora y porteadora) que nos une con el resto de la naturaleza y al continuum de la vida. 

10 comentarios:

  1. Buen análisis, y aún añadiría que el aborto es violencia patriarcal. Aunque lo ejerzan las mujeres "libremente", responde a la escala de valores patriarcales de la reproducción y la maternidad.

    ResponderEliminar
  2. Políticamente puede que este post sea incorrecto; vivencialmente, emocionalmente, corporalmente, incluso "racionalmente", no sé si es correcto o incorrecto, simplemente ES, es una realidad, es lo que ocurre. Y tú lo has expresado alto y claro. Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Decirte que estoy de acuerdo contigo es una obviedad. Pero te lo digo :)

    El único problema es que una inmensa mayoría de gente, ni ve esto, ni lo quiere ver. Hay un negacionismo absoluto de la existencia del patriarcado. Sacarlo a relucir en una conversación suele tener como 'recompensa' la mofa y el escarnio. La modernidad y el capitalismo lo han disfrazado tan bien de igualdad, que todo el mundo se lo cree. Mujeres incluídas. Es penosísimo.

    Yo siempre me he etiquetado como feminista, y en los últimos tiempos con apellido: 'de la diferencia'. Pero quiero evolucionar y voy a pasar a ser, sencillamente ANTRI-PATRIARCAL. Que sin duda es un término más englobador. Porque hay muchos hombres que, aún pudiendo definirse como feministas, no se sienten cómodos con el término. Y anti-patriarcales podemos ser todos.

    ResponderEliminar
  4. ¡¡Viva tu mente preclara!!

    ResponderEliminar
  5. Yo estoy de acuerdo contigo Ileama............ también creoq ue hay demasiada tetosterona dirigiendo el mundo....... se ha roto el equilibrio macho/hembra

    ResponderEliminar
  6. Ayer vi ona cnferencia TED de un neurocientifico que argumnta que la OXITOCINA es la hormona de la generocidad, del cuidado del otro. Y argumenta tambien que hay dos cosas que inhiben su produccion: la testosterona, es decie los machos, machos. Y la falta de cuidado en la niñez. Eso ya todos lo sabemos en este foro y despues de leer a Casilda Rodrigañez. Voy a tratar de pagar aqui el linh a la conferencia.Me parece MUY importnate y quedamos a la espera de tus maravillosos, instructivos y bellamente escritos comentarios. Para quienes no hablan ingles seria excelente tu resumen.
    Aqui el link:
    http://www.ted.com/talks/paul_zak_trust_morality_and_oxytocin.html

    http://tinyurl.com/3v972hq
    Por favor avisa si funciona el link. Gracias

    ResponderEliminar
  7. Preclaras reflexiones Ileana, como siempre!! Hace varios milenios, en el neolítico, con la sedentarización y el cúmulo de recursos que permitía una vida menos "al límite" comenzaron las desigualdades y el desequilibrio entre sexos. La situación ha ido de mal en peor y en nuestra civilización hipertecnológica dirigida por la ciencia, hemos llegado al punto de máximo de poder patriarcal (representado por hombres y ¡el colmo del dominio! por mujeres afines). La Tierra y la sociedad necesitan un cambio de paradigma en el que vuelva el equilibrio entre sexos, en el que se le devuelva el papel a la mujer y al hombre y le quitemos al poder a una élite de personajes deshumanizados cuya única búsqueda es el dominio sobre los demás (económico, científico, espiritual, religioso).
    Un abrazo Ileana y gracias por siempre tan valiente!!

    ResponderEliminar
  8. ¿Para cuándo una sociedad gobernada por personas sensatas como las que frecuentan este blog? Aunque pocos, algunos hombres esperamos ese día. Estoy convencido de que las cosas irían mucho mejor.
    J.

    ResponderEliminar
  9. Hazle un favor a este pais y presentate a las elecciones

    ResponderEliminar