Para K. y su bebé,
con amor,
tomes la decisión que tomes,
tómala desde el corazón.
Estará bien.
El problema es de toda la civilización.
tómala desde el corazón.
Estará bien.
El problema es de toda la civilización.
Una gran y bella amiga, con un bebé de 4 meses, me comenta sobre su vuelta al trabajo, y las grandes e importantes decisiones que tomar: si mandar todo al carallo, perder el trabajo y quedarse con su bebé; si elegir que se lo cuiden en su casa, si elegir guardería cerca de su casa o cerca de su trabajo... en fin... ese dilema al que nos enfrentamos la mayoría de las madres cuando nos toca separarnos de nuestros bebés.
El miedo a perder el trabajo, a quedarnos fuera del circuito laboral, y luego, más tarde, darnos cuenta de que necesitamos un espacio para una, un lugar donde salirse de pañales y lavadoras, un espacio y un momento para una misma, un entorno de contacto social... y la posibilidad, en el mejor de los casos, de sentirnos profesional y socialmente valoradas (además de la necesidad económica). Todos los motivos por los que una mujer decide llevar a su bebé a una guardería y reincorporarse el trabajo son válidos.
Para mi, la hora de levantar, vestir y llevar a mi hija a la guardería y al cole ha sido muy angustiante desde el principio. Todo el año, todas las mañanas... desde tan pequeñita.
Con el tiempo, y más lentamente de lo que hubiera querido, me he dado cuenta de que esa angustia es natural, lógica y biológicamente sana: son muy pequeños para meterlos desde ya en los horarios, los madrugones, el coche, la maquinaria del sistema... además de la deprivación afectiva a la que se les somete a los bebés en una etapa donde lo único que necesitan es leche y cuerpo maternantes todo el tiempo. Hay que escuchar y no reprimir la angustia de las madres.
Más tarde aún, me he caído del guindo y me he dado cuenta de que precisamente la escolarización, y más aún la escolarización temprana, es el mecanismo por el cual el sistema, la civilización, la cultura, nos sustrae, nos convierte, nos "educa", nos separa de la naturaleza y de nuestros deseos y emociones, obligándonos a cumplir con el "deber", la disciplina, etc... nos convierte en futura mano de obra, desde todos los puntos de vista, también el emocional e inconsciente, que es el más importante.
Para mí, este dilema, el dilema del cuidado de los niños, de las guarderías, de la escolarización, del momento y del modelo de escolarización, es el PROBLEMA MÁS IMPORTANTE DE NUESTRA CULTURA. Es el problema filosófico fundamental que ha arrastrado el hombre desde los orígenes de la civilización: el dilema entre la naturaleza y la cultura. Todo el peso de ese eterno conflicto humano, del que tanto se ha hablado en la literatura y en la filosofía, cae sobre una madre puérpera y lactante en el momento de separarse de su hijo, para ir a trabajar.
Cuando el gobierno dice "haremos más guarderías", (y no dice aumentaremos las bajas m(p)aternales) no está diciendo una cosa más. Está definiendo un modelo social y cultural. Un modelo "civilizatorio" y cuasi universal en el que las emociones, los deseos, los placeres, el amor... quedan supeditados desde el principio mismo de la vida, en función del modelo económico-productivo.
La gente común intuye que es mucho más fácil destrozar nuestro sistema emocional desde el principio. Por eso te dicen "no cojas al bebé en brazos que se acostumbra". Por eso, articulamos y construimos socialmente un sistema en que lo normal sea llevar a los bebés a guarderías, day-care, jardines, etc... y en el que las madres debemos reprimir la "culpa", el malestar que sentimos, y decirnos a nosotras mismas: estará bien, se socializará, aprenderá muchas cosas... y todas esas mentiras piadosas que nos creemos para seguir respirando.
En lo personal, siento que si tengo otro bebé no lo llevaría a la guardería tan pronto ni loca. Mi hija ya ha cumplido los 4 años, y siento que la vuelta al cole sigue siendo angustiosa para mí. Cada vez que pienso en obligarla a levantarse tan temprano, a vestirse, en invierno, con frío, y dejarla a las 8 y media de la mañana allí, no puedo evitar que algo profundo dentro de mí se remueva. Los argumentos favorables que me doy y me dan, no me quitan la angustia, que más quisiera. Para compensar esa angustia creo que he escrito este blog, como canalizador, como terapia.
Lo peor, es que ahora ya, con 4 años, no siento que quedarme con ella en casa (sí lo hubiera sido con menos de 2 ó 3 años, desde luego) sea mejor para ella. Hay una pequeña cantidad de familias que encuentran en el homeschooling la solución. Tanto desde el punto de vista económico, como intelectual, como emocional, como socializador, son y se sienten capaces de ofrecer a sus hijos esa atención integral y personalizada ellos mismos. En nuestras circunstancias, no siento que quedarme todo el día en casa con la niña sea tampoco viable ni para mí ni para ella. Es así, y tengo que admitirlo, aceptarlo, aprender a ver los lados buenos, y aprender a fluir... desde el punto en el que estoy. Confiar en que el entorno emocional e intelectual que ofrecemos en casa es y será suficiente para compensar en mucho o en algo los agujeros emocionales e intelectuales del colegio.
Estoy ahora, tras la etapa de grandes descubrimientos que me trajo la maternidad, en fase de trabajar la ACEPTACIÓN, la aceptación de ciertas cosas que de momento no puedo cambiar. Aquella sabiduría para distinguir entre lo que sí puedo cambiar y mejorar desde mi interior, y lo que tengo que aceptar, para vivir fluyendo, felices y agradecidos por lo que sí tenemos.