27 de junio de 2013

Vergüenza propia II

Por Ileana Medina Hernández


Cuando una tiene niños pequeños, una se avergüenza un poco de la persona que es.

Quisieras esconderles tus violencias, tus peleas, tus miserias, tus defectos, tus contradicciones, tus conflictos, tus reglas absurdas... tus miedos.

Luego, terminas aceptando que crecen con todo ello (aunque esto te cueste mucho más) y que aún así, serán mejores que tú.

Y te harán mejor.

Vergüenza propia

Por Ileana Medina Hernández

Cuando se tienen niños pequeños, una se avergüenza del mundo al que los trae.

Como se esconde la basura debajo de la alfombra, una quisiera esconderles la violencia, las guerras, la miseria, los barrios marginales, las enfermedades, la policía, las cárceles, los cementerios... la televisión y la familia real.

-Perdona, hijo, no sé explicarte muy bien por qué todo esto estaba aquí.

Luego, con el tiempo, no te queda más remedio que aceptar que crecen en este mundo y que aún así, serán buenos, no se sabe a través de qué milagro. O sí.