Quisieras esconderles tus violencias, tus peleas, tus miserias, tus defectos, tus contradicciones, tus conflictos, tus reglas absurdas... tus miedos.
Luego, terminas aceptando que crecen con todo ello (aunque esto te cueste mucho más) y que aún así, serán mejores que tú.
Y te harán mejor.