2 de octubre de 2014

Ninguna leche de madre es tóxica

Por Ileana Medina Hernández


Aunque ya pasé la etapa eufórica del descubrimiento, el tema de la lactancia materna me sigue pareciendo que intelectualmente da mucho de sí. Porque aúna muchos otros aspectos que son esenciales en el siglo XXI como el cuidado, la igualdad, la conciliación, la calidad de vida, la inteligencia emocional, la ecología, el crecimiento personal, la felicidad, la capacidad de amar, la sexualidad, etc.

Quienes hemos trabajado de algún modo en el ámbito de la lactancia estamos acostumbrados a lidiar diariamente con muchos disparates y falsas creencias generalizadas. Y sobre todo con muchos profesionales de la salud y la educación, tales como psicólogos, psiquiatras, pediatras, enfermeras, maestras de educación infantil, etc... que siguen arrastrando muchos prejuicios, sin ninguna base científica. Súmale cierto sector del feminismo y de la producción intelectual universitaria que de igual modo ataca a la lactancia, considerándola un obstáculo para el trabajo y la realización profesional de las mujeres, y tenemos servido un panorama que sigue siendo muy confuso: en todos los sectores hay "partidarios" y "detractores" de la lactancia, como si se pudiera ser detractor de la función endocrina o la función renal.

Se trata de un sesgo ideológico y no de un debate científico, como cabría esperar en profesionales formados, colegiados y activos en el ejercicio de profesiones supuestamente científicas.

Ayer, la psiquiatra Ibone Olza escribió este artículo que llamó provocativamente Psicólogas contra la lactancia, a sabiendas de que la generalización no es correcta, pero sí para llamar la atención sobre el hecho de que aún muchos profesionales, hombres o mujeres, psicólogos o médicos, se atreven a recomendar el destete sin ninguna evidencia científica que lo avale.

En uno de los comentarios al artículo de Ibone, una psicóloga expuso lo siguiente:

"Para la Psicología Evolutiva, el destete es la oportunidad para el bebé de separarse de mamá, de fortalecer la propia identidad al activarse una emoción poderosa como es la tristeza. Experimentar la pérdida, permite desarrollar capacidades adaptativas que tienen a ver con el reconocimiento del otro, la noción de amor y necesidad del otro al mismo tiempo que se comprende la ausencia, la posibilidad de activar el recuerdo y los pensamientos positivos… Ambos puntos suelen ser los argumentos principales de que psicólogos recomiendan un destete parcial sobre los 6-8 meses y progresivo a partir de que el niño adquiere competencias alimentarias."

Me sorprende -o no :-) -que la Psicología Evolutiva estime que los 6 u 8 ¡meses! son un buen momento para que el niño experimente sentimientos de tristeza y pérdida; deliberadamente provocados por su madre con un destete forzoso, y que esto ¡le ayude a fortalecer su personalidad y a activar pensamientos positivos!

El resto de primates más cercanos a nosotros, chimpancés, bonobos, orangutanes, etc… maman todos durante varios años y ninguno de ellos parece traumatizado ni dependiente de su madre de por vida. Así como las muchas culturas antiguas y actuales que también amamantan durante años, y que suelen ser culturas de paz y cooperación.

El psicoanálisis más clásico deja entrever que en la lactancia más allá del año habría un placer "morboso" "dañino" o "incestuoso" para el niño. Y también una especie de "posesión", sobreprotección o abuso por parte de la madre. Desde el principio, el mismo Freud defendió lo que se ha llamado "la teoría de la frustración": el niño necesita frustrarse para salir del principio del placer y construir un ego y una personalidad "fuerte". 

Por otra parte, sectores del mismo psicoanálisis, que en muchos casos terminaron alejándose de él, fueron también los que crearon las teorías del apego seguro, la teoría de la autorregulación, la importancia del vínculo materno, etc...para lo cual la lactancia es fundamental. Volvemos a lo mismo: en todos los sectores, incluso dentro de los mismos supuestos "ideológicos", hay secciones a favor del destete temprano, y otros a favor de que sea cuando niño y madre así lo decidan, sin ninguna otra intervención externa.

Se juntan varias suspicacias y creencias más o menos generalizadas: las que desconfían en general del placer, las que ven en la lactancia "prolongada" un posible abuso sobreprotector por parte de la madre, e incluso quienes ven en la lactancia aún desde el principio, una vía de "contagio" de las neurosis maternas. 

En la época de Freud esto podía ser una creencia válida, pero hoy en día con todos los avances en neurociencias, y la comprensión de la vida humana y su continuum con el resto de las especies mamíferas y vivas, no parece un argumento muy válido. Estamos recuperando aunque sea tímidamente, el principio del placer y su importancia para la felicidad. Y estamos viendo que en el fondo no somos muy diferentes del resto de los primates y mamíferos. Y que la salud e incluso la supervivencia de nuestra especie y de las demás depende de ello. 

Hace un tiempo, conversando con un terapeuta adscrito a la "psicodinámica humanista" de perfil psicoanalítico pero modernizado, un profesional muy solvente y serio además, con el que estoy de acuerdo en la mayoría de los casos, pero no siempre en temas de lactancia :-), me llegó encapsulada esta otra fórmula por lo visto también generalizada entre las corrientes psicoanalíticas: 

madre neurótica = leche tóxica

Confieso que en un primer momento me pareció creíble. Me puso a pensar. Efectivamente podría parecer que la madre puede "transmitir" con la leche a su bebé su propio malestar, angustia, estrés, etc.  ¡Pero solo un minuto después me pareció totalmente inaceptable!

No me cabe ninguna duda de que un bebé puede percibir y recibe de mil maneras la tristeza, la angustia, el estrés, los miedos de la mamá. Pero los va a recibir de cualquier modo, haya lactancia o no. Los recibe en cada acto y en cada gesto. 

Sí estoy de acuerdo en que la teta hay que darla desde el placer -¿quizás el único lugar no neurótico?- y que la mamá que se siente mal con ello no puede dar el pecho, de hecho es imposible dar la teta con disgusto, quien se siente mal abandona al tercer día. Precisamente la imposibilidad de lactar es un síntoma más generalizado en una sociedad neurótica.

Tener la posibilidad de mamar de su madre, aunque esa madre no sea perfecta ni totalmente sana, pero sí medianamente normal, es un placer para el bebé, y también es salud como está suficiente demostrado. Dos gotas de calostro que se saque una madre en un paritorio, puede salvar la vida de su bebé. Cuando madre e hijo logran establecer y disfrutar la lactancia, es un proceso placentero y sanador para ambos, independientemente de todo lo demás, incluidas también las enfermedades nerviosas o mentales que pueda tener la mamá.

Dicho esto, también estoy de acuerdo en que no se puede obligar a nadie a dar la teta, y quizás hasta a veces pueda resultar contraproducente la promoción de la lactancia, según como se haga. Pero los agentes de salud lo tienen claro: todas las evidencias científicas apuntan a que la lactancia materna es de los actos más baratos y rentables en materia de prevención de la enfermedad con que pueda contar una sociedad.

Decirle a una madre que no dé su leche, porque es tóxica para el bebé, o aconsejarle que destete porque es inútil o dañino para el niño, me parece una crueldad, además de un disparate. Siempre será lo mejor de sí misma, también lo mejor para los niño/as. Sería como afirmar que una madre da abrazos tóxicos, que no debería en ningún caso abrazar a su hijo, porque sería falso y tóxico. ¿Verdad que nunca diríamos eso? Que las madres, aún neuróticas, ¿tenemos una parte hermosa que ofrecer y siempre es mejor ofrecer esa parte que ninguna? En esa parte estaría la leche, el alimento ideal para las crías humanas.

También es verdad que puede haber madres sobreprotectoras, que impidan el crecimiento de sus hijos, que los quieran subordinados o pegados a ellas, no por el bien del niño, sino por el bien de ellas mismas, que invierten la crianza usando a los niños para su propia seguridad, o para sentirse bien consigo mismas, etc... Y que usen la crianza como un lugar donde sentirse bien ellas mismas primero. El psicoanálisis ha dado mucha importancia a tal forma de neurosis. Curiosamente en eso concuerdan muchas feministas con ellos, aunque parezcan grandes enemigos.

Es verdad que no existen las personas totalmente sanas y que a veces hacemos daño a nuestros hijos y transmitimos nuestra mierda, nuestras violencias interiorizadas, nuestros miedos, nuestra inseguridad... y los usamos egoístamente. Todo eso es verdad. Pero precisamente el hecho de que sea el niño quién decida cuando destetarse, debería ser el antídoto contra esto, y no la decisión de la madre de destetar pronto, ¿no?El abuso materno no tiene que ver con la lactancia, y si se va a dar, se dará tanto en mujeres que amamanten como en aquellas que no lo hagan.

Quizás todo sea mucho más sencillo. Somos mamíferos y amamantamos, ya está. ¿Cuánto tiempo? Parece que lo mismo que el resto de primates más cercanos: entre 2,5 y 7 años, con un promedio de cuatro años entre las culturas tradicionales. Son algunas culturas las que se han encargado de reducir la lactancia, hasta prácticamente su extinción en las sociedades industrializadas, donde las industrias lácteas han visto un gran filón en la supresión de la lactancia, unido a otros factores sociales. Presumiblemente con ello se crían humanos más frágiles y manipulables, y no más fuertes e indenpendientes. Las doctrinas y prácticas hostiles a la infancia que durante siglos se han practicado en las sociedades guerreras, violentas y competitivas, van en ese dirección.

¡No existe la leche tóxica! Ni no alimenta, ni hace daño, nunca. La leche de madre, cuando fluye a borbotones y con placer, siempre será el pedacito mejor de nosotras mismas, lo más sano, lo más generoso.


La primera semana de octubre se celebra en España la Semana de la Lactancia Materna

3 comentarios:

  1. Cuando leí a la psicóloga que citas en los comentarios en el blog que citas, una parte de mí concordó con ella... pero conforme la iba leyendo me empezó a chirriar el cerebro, y cuando dijo lo de 6-8 meses ya estaba completamente "ojiplática". Porque donde dice 6-8 tendría que poner 24-36, a mi modo de entender la teoría del vínculo, las teorías de la formación del yo, personalidad, etc. y mi propia experiencia. Tal vez he leído demasiado y lo he mezclado todo, pero 24-36 concuerda más con el momento en que aparece la conciencia de yo como separado del otro, y la necesidad de reafirmarse, el no, el mío, la oportunidad del padre de meterse ahí y ayudar en el proceso de individuación y separación de la díada (separación que empieza con el gateo y acaba, se supone, cuando el individuo ya es autónomo e independiente, o sea, adulto) y qué decir de la OMS y su recomendación de "al menos 2 años", está justo ahí, en los 24 meses, por lo menos.
    El destete es una etapa más (una oportunidad, como la llamaba la psicóloga que citas), ni la única, ni la primera, ni la más importante, de un proceso, que justo por ser un proceso, no es algo abrupto que ocurra de la noche a la mañana...
    Ella habla de la pérdida, del reconocer un sentimiento como forma de conocerse a una misma, de resiliencia, de tener, en definitiva, una experiencia de superación y supervivencia a la pérdida, y lo mezcla con amor, necesidad y dependencia. Tal vez le faltó tiempo o no quiso extenderse demasiado, pero creo que es necesario extenderse más, porque puso muchos factores sobre la mesa y no todos van de la mano necesariamente, ni el destete temprano favorece un crecimiento emocional sano, a mi modo de entender los procesos de pérdida, duelo y continuación de la vida. De hecho, justamente, si hemos de aprovechar el destete para ayudar a nuestro hijo a superar la tristeza, la pérdida, y aprender a seguir adelante, mejor si ese destete se produce tarde, cuando el niño ha aprendido más recursos de relación con su madre y otras personas, se conoce mejor a sí mismo, habla, comprende, razona... ¿Con 6 meses? Eso no es oportunidad más que de dolor incomprensible y sentimiento de indefensión. Por no decir que, encima, sustituimos la teta con biberones de leche de continuación. ¿Qué estrategia de superación emocional es esa, sino la de "paliar" el dolor y el estrés emocional con comida? Luego nos quejamos de la enorme cantidad de personas adultas que recurren a la comida para consolarse...

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  2. Hay más cosas:
    El destete se recomienda entre los 6-8 meses porque después del año ¡es muy difícil destetar forzosamente a un niño! Ya expresan y exigen. Habrá que esperar que el niño se destete solo, y eso muy probablemente ocurrirá cuando tenga 3, 4 años o más! :-)
    Por otro lado, es muy difícil amamantar a un niño "obligado" por la madre. Ninguna madre obliga al hijo a ser amamantado. Eso es un disparate.
    Lo que pasa es que la mayoría, la inmensa mayoría de los profesionales que se atreven a hacer esas recomendaciones no tienen la EXPERIENCIA: jamás ni ellos, ni en sus familias han visto mamar a un bebé más allá de ese tiempo.
    Hablan desde la ignorancia científica, y también desde la total falta de experiencia personal.
    O sea, su criterio no tiene ningún fundamento, ni teórico ni práctico.

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  3. Disculpad pero ¿Por qué damos por hecho que el que un crío amamante signifique que no desarrolla su ego o identidad o lo vaya a hacer petológicamente? Amamantar es una fuente de alimentación. Todo lo demás, son teorías psicológicas dificilmente probadas y artilugios idiológicos para los adultos. El niño, de natural, mamará cuando quiera tomar leche. No irá a la nevera a por un Danonino. Irá al pecho de su madre y saciará la necesidad física de tomar leche.

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