16 de octubre de 2014

No existe la violencia con cariño

Por Ileana Medina Hernández

Hay que volver a decirlo. Alto y claro.

No existe la violencia con cariño. No existe la violencia recomendable.

Está muy bien que las políticas contra la violencia de género hayan demostrado suficientemente que no existe la "violencia por amor" en la pareja. A ver si de ahí damos el salto hacia las niñas y niños.

Ningún psicólogo, psiquiatra, educador, pediatra, maestro, juez... ni profesional de ningún tipo, debería aconsejar NI GOLPES NI CASTIGOS a las niñas y niños. En ningún sistema ni en ningún grado. Debería estar estrictamente prohibido por la ley.

Existe la violencia que se transmite de generación en generación. La que recibimos e interiorizamos y por eso nos parece "normal" o justificada.

Existe la violencia que se nos escapa a nuestro pesar, porque perdemos el control, porque nos quedamos sin recursos.

Existe la violencia como último o único recurso cuando antes hemos hecho las cosas muy mal (y así las seguimos empeorando).

Existe nuestra ira interior reprimida, que no la sacamos con nuestros padres, nuestros jefes o nuestros compañeros, y la vomitamos, siempre, sobre los más débiles: los niños.

Existe nuestra poca paciencia, nuestro poca tolerancia, nuestro poco espacio emocional para proveer o amparar a otros, pues no fuimos de niños suficientemente cuidados o amparados.

Existe nuestro agotamiento, nuestra vida dedicada al trabajo por encima de todo, nuestro estrés y nuestras prisas. Existe un sistema social y productivo construido de espaldas a los niños.

Existe nuestra imperfección, nuestra torpeza, nuestra ignorancia, nuestra falta de empatía, nuestra ceguera emocional, nuestro analfabetismo sobre nosotros mismos y la condición humana.

Todo eso existe, coexiste y vive dentro de nosotros.

Pero no justifica pedagógicamente, bajo ningún concepto, que nunca el golpe o el castigo sean vehículos necesarios para educar.

¿Que funcionan? Sí, puede ser que efectivamente lleven a la modificación o extinción de conductas no deseables. Pero no es moral. Y dejan daño emocional para siempre (aunque este solo sea el convencimiento de que la violencia está bien en ocasiones). No todo lo que funciona puede hacerse a cualquier precio. También les "funcionará" a algunos maridos pegarle o castigar a sus mujeres. Y hoy ya lo consideramos como algo éticamente inadmisible. Los niños y niñas también son personas, con la misma dignidad que las mujeres y los hombres. Y ninguna otra persona, empezando por sus padres, tenemos permiso para violar su integridad física o moral.

Algunos psicólogos hablan de la importancia del cariño y de la autoestima, y a la vez venden o justifican el uso de métodos de castigo, o de extinción de conductas mediante el llanto o el aislamiento. Como si una cosa no tuviera que ver con la otra. Como si lo bueno fuera "una de cal y otra de arena". Es una falsa idea de equilibrio. No hay ninguna dosis de violencia necesaria en la educación. Ni grande ni pequeña. Ni momento ni lugar ni razón alguna para aconsejar "una pequeña palmadita" o "hasta aquí está bien y no hace daño". ¿Quién decide donde están los límites? No existe el exceso de buen trato. El buen trato es y debe ser siempre. Otra cosa es que a veces no lo consigamos, a nuestro pesar. Pero en ningún caso debe ser algo de lo que enorgullecerse, no es justificable y mucho menos recomendable como método educativo.

Jamás.

4 comentarios:

  1. Muy bien escrito, estoy contigo en todo, besos guapa

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  2. Totalmente de acuerdo.La violencia no es pedagógica, ni educativa...y lo digo desde la pena, la culpa,la impotencia y la rabia, a veces, de haber pegado a mis hijos en más de una ocasión...precisamente por impotencia, por rabia, por culpa,por descontrol por frustración...si hay algo de lo que me arrepiento en mi vida es de no haber sabido reaccionar de otra manera en las situaciones dificiles que con un cachete o una zurra.Espero que mis hijos lo sepan hacer mejor.Ahora que ya tienen 21 y 15 años,hablo con ellos de este tema y les pido que, por favor,no cometan mi mismo error.Les he pedido disculpas muchas veces, y les he dejado claro que hubiese dado lo que fuera por tener más autocontrol...los quiero y los he querido muchísimo,hemos pasado, y pasamos momentos maravillosos juntos, he luchado porque tuviesen un ambiente estable...pero esa espina la tendré clavada siempre.

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  3. Muy buen artículo. Para mí, en la educación o en las relaciones interpersonales, no hay nada que justifique la violencia.

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