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5 de febrero de 2015

Los padres perfectos no existen

Por Ileana Medina Hernández

«Por desgracia, es mucho más fácil modificar los pensamientos que los comportamientos, sobre todo cuando estos últimos están arraigados en nuestras heridas del pasado. Entonces reorganizamos nuestras certezas para que sirvan de base a nuestros actos y acabamos diciendo, por ejemplo, que "una buena azotaina jamás ha matado a nadie"»


Isabel Filliozat es psicoterapeuta y escritora francesa,
creadora de la Escuela de Inteligencias Relacionales y Emocionales
y de los talleres para madres y padres Ateliers Filliozat
sobre parentalidad consciente y respetuosa.
Autora de los best-sellers El corazón tiene sus razones 
y El Mundo emocional del niño
No había oído hablar de Isabelle Filliozat, entre los autores que se manejan con frecuencia en el mundillo de la "crianza consciente" en España y América Latina.

Aquí como sabemos gozan de gran predicamento Gutman, González, Jové... entre los autores en castellano, y de otras lenguas son muy populares algunos libros como Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen,  El concepto continuum de Jean Liedloff, o los libros de Rebeca Wild o Naomi Aldort, por ejemplo.

Me encontré sin embargo con este título llamativo Los padres perfectos no existen. Educar a nuestros hijos sin culpabilidad en una edición de bolsillo y, como la culpabilidad es un tema que me interesa mucho, me lo traje a casa. Y me llevé una agradable sorpresa, porque está lejos de las teorías al uso que intentan autojustificarnos (cuando se habla de "sin culpa" parece que todo vale) y a la vez también lejos de las actitudes autoexigentes y militantes que solemos adoptar en los ambientes pretendidamente "conscientes". No es tampoco un tibio punto medio políticamente correcto de esos que quieren quedar bien con todo el mundo.

Filliozat reconoce la verdad: "las respuestas que damos ante los comportamientos de nuestros hijos hablan más de nuestra historia y de nuestra propia infancia que de los adultos en que nos hemos convertido" y a la vez nos invita a la aceptación, el respeto y la ternura hacia nosotros mismos como único camino para mejorar las relaciones con nuestros hijos. Su lenguaje no es tan ácido e incómodo como es el de la Gutman a veces, pero tampoco es autojustificativo, irónico ni inconscientemente desplazado como suele verse en las posturas mediáticas conductistas y "malasmadristas" que se escuchan por ahí.

Las discusiones en las redes sociales sobre los temas de maternidad, crianza, lactancia, colecho, etc... son siempre cáusticas. Son temas que no dejan indiferentes a nadie. Más allá de la postura que cada uno defiende podríamos preguntarnos y respondernos con Filliozat "¿Por qué tanto ardor? Pues porque más allá de las teorías está nuestra propia historia. (...) Admitámoslo, nuestras actitudes educativas tienen poco que ver con la ciencia, la experiencia o la razón". No actuamos según nuestros valores, sino que más bien nos construimos valores que justifiquen nuestra forma de actuar para evitar la disonancia cognitiva y la culpabilidad, explica brillantemente.

Me parece una lectura muy pertinente, en cualquier "bando" de la crianza que creas que estés. De hecho, explica muy bien por qué necesitamos posicionarnos en algún bando. Y nos ayuda a comprender ese lado oscuro que solemos ocultar: los que autojustifican la crianza autoritaria o distante hacia los hijos con algún tipo de teoría conductista, psicoanalítica, filosófica o disfrazada de humor... y los que aunque intentamos ser respetuosos con nuestros hijos a veces no somos la madre (o el padre) que deseamos ser. En cualquier caso, sin juzgar y sin culpabilizarnos.



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