26 de noviembre de 2015

"... to feel myself beloved on the earth."

¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.
 
Raymond Carver

La lectura de estos versos, a casi todo el mundo, evoca encontrar el amor en forma de pareja sexual. 

Sin embargo, "sentirse amado en la tierra" deberíamos conseguirlo todos nada más nacer, venir dado: sí, si la maternidad en nuestra civilización no fuera una "impostura"*. 

La sensación plena, interior, de ser amado, de estar completo es eso que llamamos amor propio, autoestima, plenitud, seguridad, confianza en uno mismo, dignidad... 


Esa sensación se incorpora en nuestro sistema emocional y neurálgico, desde el amor físico y tangible recibido en la infancia. 

En su ausencia, está el miedo. 

En su lugar, buscamos otra "media naranja", durante toda la vida, que nos lo dé. 

En su lugar, buscamos la fe, el amor de Dios. 

En su lugar, buscamos la seguridad del dinero, de la posesión. 

En su lugar, nos volvemos adictos a las drogas, al alcohol, al tabaco, a la comida, a las compras... a lo que sea de donde podamos colgarnos.

En su lugar, nos volvemos egocéntricos, permanentemente sedientos de mirada, aprobación y poder. 


En su lugar, nos volvemos violentos, autoritarios, fanáticos, terroristas. 

En su lugar, nos volvemos victimistas, manipulables, dóciles, sumisos.

La sensación de falta de amor, de miedo, de inseguridad... no tendría por qué ser tan sangrante si cada uno de nosotros recibiera en la infancia amor del bueno en sus dos dimensiones: amor corporal y crianza respetuosa.

La crianza autoritaria y fría normalizada es el mecanismo de reproducción del homo neuroticus típico de nuestra civilización.



*La maternidad como impostura es un análisis de Victoria Sau.

2 comentarios:

  1. ¡Más acertado imposible! si no te sientes amada, segura y acepatada al nacer estás buscando constantemente que otra persona te de eso que no tienes. Solo aprendiendo a amarnos como somos, incondicionalmente -como hubieramos querido que nuestros padres nos amaran- será posibles sentirnos completos.

    Un abrazo desde Budapest

    ResponderEliminar
  2. A veces, incluso habiendo tenido unos padres que nos han amado... hemos sentido que no era así. Sus propios miedos, prejuicios, lastres de sus pròpias infancias han frenado a menudo su propia paternidad y maternidad.
    La mayoria de personas de mi generación hemos recibido mucho materialmente, o almenos todo lo que ha estado al alcance de nuestros progenitores porque ellos tuvieron falta de eso, y tener cosas, tener ropa, estatus, estudios es lo que han querido ofrecernos primero... olvidando incluso que es lo que en realidad no tuvieron: ese afecto desmedido y contenido en el tacto de una mano amable que acaricia, o un abrazo lleno de pasión de madre, o un masaje que cura mas que el cuerpo, sana el alma!!
    Nosotros estamos muy motivadas y motivados a dar lo que no tuvimos, y creemos que afecto, respeto, amor altruista y comprensión es lo que mas necesitan nuestros hijos...pero en realidad nos estamos curando con ello.

    Gracias a mis hijos abrazo lo que no me abrazaron. Encuentro en el brillo de sus ojos al mirarme mi propio reflejo: ellos me miran, me ven y aceptan como nunca antes nadie me acepto... incondicionalmente.
    Cuando pienso en ello me invade una gratitud que no me cabe en el pecho.
    GRACIAS, hijo, hija por haberme hecho madre y darme esta gran oportunidad de sanar.

    ResponderEliminar